9.1.11


Esquema dinámico del tiempo, primavera de 1873. Friedrich Nietzche.



Nietzche traza sobre la hoja un rápido esquema, un esquema del tiempo. "Línea temporal": no, como de costumbre, una línea orientada de izquierda (el pasado) a derecha (el futuro), sino una lluvia de puntos, una línea quebrada, una línea que cae. "El tiempo no es un continuo, escribe Nietzche justo al lado, no hay más que puntos temporales totalmente diferentes, nada de línea. Actio in distans".
Esta no-línea, a su vez, rayada por una serie de trazos nerviosos, tachaduras que expresan quizá la idea de lo "real" como "punto de espacio". Y después el sismógrafo registra, por encima de todo ello, los tiempos redundantes -y no circulares- de la reaparición: pequeños y grandes retornos, períodos amplios y períodos restringidos, aceleraciones y ralentizaciones... El resultado será, desde luego, un entrelazamiento de los tiempos, fórmula gráfica dada aquí al juego de las diferencias, de los retornos, de los anacronismos. (...)

Es invocar para las imágenes el privilegio de la extrañeza temporal, de la inactualidad. La inactualidad no es la pura y simple negación de la historia, y menos aún la del tiempo mismo. Impone, más bien, el poder conjugado del contratiempo y de la repetición. Poder del contratiempo: todo lo que, en la historia, es significativo, todo lo que "ejerce una influencia" real, no puede aparecer, según Nietzche, más que como un "actuar contra le tiempo, y por tanto sobre el tiempo".(...)

¿(...) cómo puede el pasado constituirse en el tiempo? ¿Cómo puede pasar el presente? Jamás el instante que pasa podría pasar si no hubiera ya pasado al mismo tiempo que presente. Si el presente no pasara por sí mismo, si hubiera que esperar un nuevo presente para que éste se convirtiera en pasado, nunca el pasado en general se constituiría en el tiempo, ni este presente pasaría: no podemos esperar, es preciso que el instante sea a la vez presente y pasado, presente y futuro, para que pase (y pase en beneficio de otros instantes). Es preciso que el presente coexista consigo mismo como pasado y como futuro. Es la relación sintética del instante consigo mismo como presente, pasado y futuro lo que fundamenta su relación con otros instantes. El eterno retorno es, pues, respuesta al problema del paso. En este sentido, no debe ser interpretado como el retorno de algo que es, que es uno y que es lo mismo. No es el ser el que retorna, sino que el retornar mismo constituye al ser en tanto que se afirma del devenir y de lo que pasa. No es el uno que retorna, sino que el retorno mismo es el uno que se afirma sobre lo diverso y lo múltiple.
F. Nietzche

Hay, por tanto, en el eterno retorno algo así como una imagen, como una semejanza (...).
G. Agamben




Diagrama del síntoma y del "trabajo", 1897. Sigmun Freud.


(...) Freud ve en el síntoma un derrumbamiento múltiple de bloques de presente que revelan una multiplicidad de niveles memoriales (anotados en su esquema como "I, II, III, IV..."), susceptibles a su vez de fisuras o, por el contrario, de colmataciones de todo género. Las líneas, los movimientos, los vínculos, las direcciones, todo se desgarra en intervalos, grietas, deslizamientos del terreno. El resultado son anacronismos, desfases, latencias, retrasos, destiempos -a lo que responde lo que Freud llama "trabajo", palabra escrita en 1897 justo al lado del esquema-.
El tiempo no se limita a fluir: trabaja. Se construye y se derrumba, se pulveriza y se metamorfosea. Se desliza, cae y renace. Se entierra y resurge. Se descompone y se recompone: en otras partes y de otro modo, en tensiones o en latencias, en polaridades o en ambivalencias, en tiempos musicales o en contratiempos. (...)

La relación de la fantasía con el tiempo es, de manera general, muy importante. Se puede decir que una fantasía flota, en cierto modo, entre tres tiempos, los tres momentos de nuestra actividad representativa. El trabajo psíquico se apega a una impresión actual, una ocasión en el presente que ha podido despertar uno de los grandes deseos del individuo; a partir de ahí, se remite al recuerdo de una experiencia anterior, la mayor parte de las veces infantil, en el curso de la cual ese deseo se cumplía; y crea ahora una situación que se remonta al futuro, que se presenta como el cumplimiento de este deseo, concretamente el sueño diurno o la fantasía, que lleva sobre sí las huellas de su origen a partir de la ocasión y del recuerdo. Pasado, presente, futuro como ensartados, por tanto, en el cordel del deseo que los atraviesa.
S. Freud

(...) el origen no debe pensarse como un punto fijo, por lejos que se situe en la línea del devenir. El origen no cesa de remontarse: hacia el pasado, desde luego, pero también hacia el futuro, si se me permite la expresión. La gran hipótesis de Freud sobre el tiempo psíquico da aquí toda su medida. Se encarna en la noción, capital y paradójica, del "destiempo". Supone, en toda formación del inconsciente -y particularmente en el síntoma histérico-, un proceso intervalar que Freud habrá descubierto en la dialéctica misma del rechazo:

Nunca dejamos de descubrir que un recuerdo rechazado se ha transformado en traumatismo sólo a destiempo.
S. Freud

Este simple descubrimiento lo cambia todo. En adelante, el origen no podrá ya reducirse a una fuente factual, cualquiera que sea su "antigüedad" cronológica (puesto que es una imagen de memoria que, a destiempo, adquiere valor de traumatismo). La historia, por tanto, no podrá ya reducirse a la simple recolección de las cosas pasadas. Lacan ha deducido de ello, para el psicoanálisis, toda una visión del tiempo "reversivo", de la retroacción significante" y del "futuro anterior", (...)

La repetición no se constituye más que con y en los "disfraces" que afectan a los términos y a las relaciones de las series de la realidad; pero ello es así porque depende del objeto virtual como de una instancia inmanente cuyo rasgo es, ante todo el "desplazamiento". (...) Al final, sólo lo extraño es familiar y sólo la diferencia se repite.
G. Deleuze


Georges Didi-Huberman
La imagen superviviente. Historia del arte y del tiempo de los fantasmas según Aby Warburg