12.3.15

Estudio de la cabeza de una joven, 1483. Leonardo da Vinci.


Leonardo, un hombre que, echado sobre la hierba junto a un riachuelo, era capaz de seguir el curso de los remolinos en el agua, de pensar la historia de estos seres y de no descuidarlos /no verlos/ como si fueran efímeros, de captar la serie de hilillos fluidos, sus estrechamientos, sus expansiones, las rotaciones en que quedan atrapados, de sacar un cuaderno de papel grueso y de trazar en él el movimiento, de alcanzar así los ribazos, de esbozar las tierras, las arenas lamidas, de notar la curvatura del lecho, la orilla opuesta más alta, y de indicar que es preciso que lo sea, a causa de la distinta rapidez en los dos lados del río. En esta orilla, pone a la campesina que avanza amamantando a su hijo, con el peso del cuerpo inclinado hacia la parte en que no está el niño, el seno derecho sobre la vertical del centro de gravedad de su cuerpo, el pie derecho oculto bajo la falda, visible el otro; y la misma mirada y la misma mano van a asir el pájaro que se eleva sobre los remolinos del aire inferior... vagan tambi´n hacia los fondos azules y llevan el análisis en sus transparencias decrecientes; hombre todo inteligencia servida por una mano intrépida, por una lógica y una claridad que sustituye la mínima impresión por un sistema completo. No conoce lo vago, lo efímero, pero sabe a pesar de todo reconstruirlos con su arte.

Paul Valéry
Cuadernos