17.9.25

Federico García Lorca en la huerta de San Vicente, Casa natal. 1918





Cuando se hundieron las formas puras

bajo el cri cri de las margaritas,

comprendí que me habían asesinado.

Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,

abrieron los toneles y los armarios,

destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.

Ya no me encontraron.

¿No me encontraron?

No. No me encontraron.

Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,

y que el mar recordó ¡de pronto!,

los nombres de todos sus ahogados.


Federico García Lorca

Final de poema Fábula y rueda de los tres amigos