29.5.14

En el patio de la escuela, entre una clase de griego y otra de trigonometría, apoyado contra el salidizo del muro de ladrillo, me hablaba a veces de esas mágicas distracciones de sus horas de asueto: de la transformación del intervalo en acorde (su preocupación fundamental), de lo horizontal en vertical, de lo sucesivo e simultáneo. La simultaneidad era, a su juicio, lo primario, porque el tono mismo, con sus próximos y lejanos supertonos, es una acorde y la escala no es otra cosa que la descomposición analítica del sonido en su línea horizontal.
Pero con el acorde propiamente dicho, compuesto de varios tonos o notas, ocurre algo distinto. Un acorde ha de ser continuado y tan pronto se inicia la continuación, tan pronto se pasa de un acorde a otro, cada una de sus partes componentes se convierte en voz. Desde el momento en que el acorde se produce cada una de sus notas está predestinada al desarrollo horizontal. "Voz" es un vocablo excelente. Recuerdo que, por mucho tiempo, la música fue cantada -a una voz primero y a varias voces después-, y el acorde es el resultado del canto polifónico, es decir, del contrapunto. Éste, a su vez, no es otra cosa que un tejido de voces independientes que, en cierto grado y según que leyes cambiantes del gusto, se tiene mutuamente en cuenta. Entiendo que en un acorde no ha de verse nunca otra cosa que el resultado del movimiento de las voces. El tono acordado ha de hacer honor a la voz y no al acorde. Éste es, de por sí, un acto subjetivo y voluntario que merece el desprecio, a menos que no pueda justificarse polifónicamente, es decir, por el curso de las voces. El acorde no es una golosina armónica, sino que es, en sí mismo, polifonía, y las notas que lo constituyen son voces. Y lo son, tanto más, pretendo yo, y es tanto más polifónico el acorde, cuanto más aguda es su disonancia. La disonancia da la medida de su dignidad polifónica. Cuanto más caracterizadas son las disonancias de un acorde, cuanto más es el número de sus notas divergentes, mayor es su valor polifónico, más claramente definido aparece, en su manifestación sonora simultánea, el carácter vocal de cada nota.

El problema para Bach -decía- era el siguiente: "¿Es posible hacer una auténtica polifonía armónica?". Para los modernos, la cuestión ha variado y se preguntan más bien: "¿Es posible una armonía que suscite las apariencias de la polifonía?".

Thomas Mann
Doktor Faustus