22.5.14


Sátiro de Mazara del Vallo, Sicilia. Siglo IV d.C.


Los dioses no murieron: lo que murió fue nuestra visión de ellos. No se fueron: los dejamos de ver. O cerramos los ojos o alguna niebla se interpuso entre ellos y nosotros. Subsisten, viven como vivieron, con la misma divinidad y la misma calma.
Hablamos mucho, y con hipocresía, del sentimiento que tenemos de la belleza antigua y de las civilizaciones madres de la nuestra y que fueron paganas. Pero nosotros no tenemos el alma griega ni el alma romana. Los amamos de perfil, incorpóreamente. Nada del alma antigua está en nosotros o con nosotros. Nuestra ansia de belleza clásica es por entero cristiana en su furia de perfección, en su desasosiego.
El sentimiento que llevamos, para amarlos, hasta el pedestal de las estatuas helénicas es un insulto para ellos. Amamos la belleza con demasía: los griegos no la amaron así. En su sentimiento poseían la calma de la lucidez con que veían. Ver muy lúcidamente dificulta sentir en exceso. Y los griegos veían muy lúcidamente. Por eso sentían poco.

El Sensacionismo (Prolegómena)

1. En el principio, en Grecia -y después en Roma, esa América de Grecia- reinó el Objeto, la Cosa, lo Definido. Existía de un lado la Cosa; de otro existía, en bloque, la Sensación, la sensación inmediata y vivida. Y así, cuando el arte era del Objeto, el objeto surgía perfecto y nítido en la realización. Y, como el espíritu concibe siempre el sujeto a semejanza del objeto, las sensaciones (cuando la sensación se tornaba sensación de la sensación, introspectiva, autoanalítica) eran concebidas como concretas, definidas, separadas unas de otras. Por eso no había vaguedad, indecisión, penumbra en la poesía de alma de los griegos y de los romanos. Todo está detallado y detallado a plena luz.
La sensación de la realidad era directa en los griegos y en los romanos, en toda la "antigüedad" clásica. Era inmediata. Entre la sensación y el objeto -fuese este objeto cosa del exterior o un sentimiento- no se interponía ninguna reflexión, ningún elemento extraño al acto mismo de sentir. La atención era por eso perfecta, ceñía los objetos de uno en uno, les delineaba los contornos, los recortaba para la memoria. Cuando era dirigida al interior incidía atentamente sobre cada detalle de la vida espiritual, concentrándolo con la agudeza equilibrada de su atención.
2. Pasado por las almas el cristianismo, desmenuzado enfermizamente el espíritu por sí mismo, la claridad de la sensación se perturbó. La presencia en el pensamiento de las ideas de espíritu, de Dios, de otra vida, concebidas como lo eran, llevaron a una descomposición de la Realidad, tal cual los griegos la habían concebido. Entre la sensación y su objeto -fuese ese objeto una cosa exterior o un sentimiento- se intercaló todo un mundo de nociones espirituales que desvirtuaba la visión directa y lúcida de las cosas. Los griegos habían tenido de los dioses y del Olimpo una noción tal que se les manifestaban como similihumanos, como mera prolongación de la humanidad, concebidos, sin embargo, sub specie humanitatis, como mayores, más poderosos, más libres; no como opuestos, sino en la medida en que "superior" se opone a "inferior". Incluso su inmortalidad no era inhumana, porque era una inmortalidad transcurrida humanamente a lo largo de una eterna duración.
(El concepto del superhombre de Nietzche es un concepto pagano... Pero compárese su antiintelectualismo.)
Otras eran las nociones cristianas. Aquí lo invisible, lo ultrahumano, lo divino, por groseramente que fuese concebido, lo era como opuesto a la Realidad Exterior. Ahora bien, un alma que encara las cosas con tal concepto en el espíritu, no las puede encarar directamente, por mucho que quiera tener esa preocupación. La noción de alma, concebida como diferente del cuerpo y superior a él, empieza por hacer menos importantes las cosas para el espíritu. La noción de Dios sustituía el concepto de las cosas, al que se llamaba Naturaleza. La noción de sobrenatural invitaba a una descreencia en la utilidad, porque lo era en la estabilidad, de lo concreto. Esta nueva noción de milagro llevaba al desprecio, cuando no a la indiferencia, por la posible existencia de las leyes naturales.
Esto, si conducía a un debilitamiento de la atención, a una perturbación de la visión, a una incomprensión instintiva de los hechos, a su vez tenía origen también precisamente en una flaqueza de la voluntad, en una perturbación de la visión, en una incomprensión instintiva de los hechos que tenían en común los griegos y romanos decadentes, precisamente porque tales fenómenos de degeneración psíquica eran naturales en los decadentes y los bárbaros invasores. (...)
¿Cuál es la perturbación que se nos revela en los poemas de los grandes poetas del Renacimiento, abarcando con el Dante y Petrarca, respecto a los antiguos en lavisión de la naturaleza?
Los poetas cantan las cosas indirectamente, viéndolas ya a través de suemoción. Se ven nítidamente, es cierto pero uno, acompañadas de una emoción que se sobrepone a las cosas, y dos, fundidas unas con otras por el sentimiento de su fraternidad en Dios, por ser todas creadas por Dios (S. Francisco de Asís).
Como la noción de lo exterior siempre iba acompañada de la noción de que era creado por Dios, de que el alma le es superior, de que era temporal y transitorio, se sigue que la noción (visión) del objeto exterior viene siempre, espontáneamente, como visión, acompañada de una emoción que lo deforma.
La sensación es nítidamente de lo exterior, pero, al mismo tiempo, ese sentimiento (o sensación) de lo exterior, de lo físico, está siempre acompañada por una oscura conciencia de lo interior, de lo psíquico.
(...) Puede llamarse al arte del Renacimiento el arte de lo físico y de lo psíquico; la atención se divide, pero la preocupación de lo físico está acompañada siempre de la percepción de lo psíquico. Pero no se funden: coexisten. La nitidez absoluta, la lucidez fuerte desaparece. La actitud es, en el fondo, la misma que la antigua; sólo cambia el centro de la atención, que se dirige aquí sobre la sensación y no ya sobre el objeto exterior o interior.
Explicándolo mejor: el hombre del Renacimiento mira las cosas como los griegos, y mira las almas como el griego; pero, mientras que el griego miraba primero las cosas exteriores y las almas después, moldeando su concepto primordial de la realidad según la materia, según los objetos exteriores, el hombre del Renacimiento miraba primero el alma y después las cosas exteriores, moldeando las cosas exteriores según su concepto del alma. Este concepto del alma, como todavía era en parte el concepto antiguo,era todavía nítido, porque tenía aún algo de sus orígenes y había sido moldeado sobre la noción de los contornos de las cosas exteriores. De modo que era relativamente ligera la deformación que el concepto de alma había sufrido. Pero se había dado el hecho capital de que el alma había pasado a ser el centro al que se dirigía la atención. (Deformación del Renacimiento)
3. Romanticismo. Progreso de la centralización de la atención en el alma. La sensación pasa a ser la realidad primordial. El objeto exterior cesa como independiente de la sensación, pasa a ser sentido sólo como sentido. Todas las manifestaciones románticas y cisrománticas pertenecen a esta categoría, incluso el llamado realismo.
(...) Dijo Chateubriand que el romanticismo era la literatura representativa del cristismo; dijo bien. El cristismo sólo con el romanticismo alcanza su perfecta expresión literaria... Las épocas anteriores dependían todavía artísticamnete (como incluso el empleo de los dioses paganos manifiesta) de las fórmulas construidas por el paganismo.
El período en que se deshace el cristismo es el período en que libera más energía; el período en que sus elementos, al descomponerse, pasan a vivir independientes es el período donde cada uno puede mostrar mejor lo que es.
Nadie se admire de que el romanticismo esté contaminado de metafísica pante´sta. El cristismo, al ser emanacionista en su sustancial filosofismo neoplatónico, es panteísta. Sólo no ve ni comprende este hecho quien no haya reducido, por el análisis, el sistema religioso cristista a sus elementos constitutivos.
De los elementos constitutivos del cristismo, vemos cómo el elemento humanitario decadente aparece en la revolución francesa; vemos que el elemento místico, neoplatónico y gnóstico, surge en la florescencia de las escuelas ocultistas; vemos que el elemento imperialista, aparte de acentuarse nítidamente dentro del catolicismo que trata de renacer, aparece en las naciones occidentales con un cuño de brutalidad y de incomprensión de las leyes sociales que no permite olvidar el origen en el imperio de la decadencia; que finalmente el cosmopolitismo asume un carácter acentuado en aquellas naciones que no se cuidan de un imperialismo nítido. ¿Qué se ha hecho, sin embargo, del quinto elemento cristista, el paganismo, sobre el cual el cristismo se irguió y se vitalizó? (...)

El sensacionismo afirma, primero, el principio de la supremacía de la sensación -que la sensación es la única realidad para nosotros.
Partiendo de ahí, el sensacionismo señala las dos especies de sensaciones que podemos tener -las sensaciones procedentes en apariencia del exterior y las sensaciones procedentes en apariencia del interior. Y verifica que hay un tercer orden de sensaciones resultantes del trabajo mental: las sensaciones de lo abstracto.
Preguntando cúal es el fin del arte, el sensacionismo verifica que no puede ser ni la organización de las sensaciones del exterior, porque ése es el fin de la ciencia, ni la organización de las sensaciones procedentes del interior, porque ese es el fin de la filosofía; pero sí, por lo tanto, puede ser la organización de las sensaciones de lo abstracto. El arte es un intento de crear una realidad enteramente diferente de la que las sensaciones aparentemente de lo exterior y las sensaciones aparentemente de lo interior nos sugieren.
Pero el el arte debe obedecer a condiciones de Realidad (esto es, debe producir cosas que tengan, en la medida de lo posible, un aspecto concreto, ya que, siendo el arte creación, debe intentar producir cuato sea posible una impresión análoga a la que las cosas exteriores producen). El arte debe también obedecer a condiciones de Emoción porque debe producir la impresión que los sentimientos exclusivamente producen, que es emocionar sin provocar la acción, los sentimientos de ensoñación, entiéndase, que son los sentimientos interiores en su estado más puro.
Debiendo, pues, reunir el arte las tres cualidades de Abstracción, Realidad y Emoción, no puede dejar de tomar conciencia de sí como concreción abstracta de la emoción (la concreción emotiva de la abstracción).
Así, el arte tiene por asunto no la realidad ( por lo demás, no hay realidad, sino solamente sensacioes artificialmente coordinadas), no la emoción (por lo demás, no hay propiamente emoción, sino solamente sensaciones de emoción), sino la abstracción. No la abstracción pura, que genera la metafísica, sino la abstracción creadora, la abstracción en movimiento. Mientras que la filosofía es estática, el arte es dinámico; es precisamente ésta la única diferencia entre arte y filosofía.(...)

Fernando Pessoa
Sobre literatura y arte