31.7.15

Pina, monitor and dancers. Donatella Wenders


Imágenes como éstas le venían continuamente, sobre todo por la mañana. Vivía de ellas, de ellas le venía su sensación de existir más intensa. No eran recuerdos, ni voluntarios ni involuntarios: además, estas imágenes venían como relámpagos, o como meteoritos, y no se dejaban ni ralentizar ni detener, ni menos aún atrapar. Cuando uno quería detenerlas y observarlas con calma, hacía rato que se habían pulverizado, y con esta intromisión luego llegaba uno incluso a destruir el efecto que había causado esta imagen fragmentaria, de segundos, que aparecía de un modo súbito, como desaparecía también de un modo súbito atravesándole a uno.
¿Qué efecto tenían estas imágenes? A ella le elevaban el día. Fortalecían su presente. Vivía de ellas: esto quiere decir también que las usaba y las aprovechaba. Las utilizaba incluso para su trabajo; para sus empresas, para sus negocios. Si de este modo, de una manera fabulosa casi ("legendaria", en los textos), podía estar en cada cosa, con una "presencia de espíritu mágica en el momento decisivo", no sólo con todos los números y las fechas en la cabeza, esto lo debía -¿no se lo había revelado aún a ningún entrevistador, con las palabras que fueran?- a la invasión de sus imágenes en su jornada de trabajo.
¿Entonces éstas estaban sometidas a la voluntad y se las podía llamar cuando uno quisiera y/o las necesitara? No. Seguían siendo imprevisibles. Pero con el tiempo había descubierto un método u otro con ayuda del cual se podía activar su "ejército de reserva". Pero nos se trataba de métodos, ni menos de trucos, sino de determinadas actitudes básicas y de todo un modo de vida.
Sí, su vida, y no sólo su existencia de "princesa de las finanzas", la había orientado sobre esta ráfaga de imágenes. ¿Qué actitudes de base y qué formas de conducta eran especialmente fructíferas para esto, por ejemplo? A ella, que, ¿por su modo de ser o debido a su profesión? , casi no conocía la timidez, le daba apuro hablar de esto, pero luego podía dar alguna indicación sobre estas cosas: un cierto cuidado en todo lo que pasaba por sus manos en el trabajo de todos los días; disponobilidad para los rodeos; los momentos de ausencia en presencia de otros no combatirlos sino todo lo contrario, abandonarse a ellos; el esfuerzo corporal -no deportivo sino a ser posible el del trabajo artesanal- prolongarlo a lo largo de un buen lapso de tiempo y de un modo regular, hasta llegar al límite del agotamiento, el momento en el que tal vez empieza la incandescencia de las imágenes... (en su casa en lugar de un gimnasio tenía un taller).
Del mismo modo que vivía de convertirse en imagen, en todos los sentidos, vivía también para esto. Y esta tropa de reserva -"no emplear más esta expresión", le dijo al autor- no la utilizaba en absoluto para la guerra, fuera ésta del tipo que fuera. Una sola de estas imágenes al día, una imagen que se activaba y que la activaba a ella, y este cobraba su dibujo de paz. Estas imágenes, aunque completamente vacías de seres humanos y carentes de acontecimientos, trataban del amor, de un amor, de un tipo de amor. Y ya desde que era niña habían constituido su urdimbre, algunos días menos, otros días como enjambres enteros de asteroides -siempre como algo vivido antes, de paso-; algunos no había imágenes: no-día. Y estaba convencida de que más o menos esto le ocurría a todo el mundo. Es verdad que cada objeto imagen formaba parte del mundo personal de cada uno. Pero la imagen, como imagen, era universal. Iba más allá de él, de ella. En virtud de la imagen abierta y que abre, la gente estaba en conexión. Y las imágenes no eran vinculantes, a diferencia de lo que ocurre con las religiones o con las doctrinas de salvación terrenas. ¿Pero entonces nadie había podido narra este tipo de imágenes? La importancia que para el mundo tienen estas imágenes, lo que había encontrado ella, ¿no lo había encontrado nadie más? ¿No se habían atrevido a ello? (¿Ni ella tampoco?)

Peter Handke
La pérdida de la imagen o Por la sierra de Gredos