8.2.17

Herbert List


Exhortación

Combates y combates -te has cansado ya. Quédate, pues, aquí mismo
un poco antes del final. Olvida. Cierra los ojos para unirte en tu interior
con la otra oscuridad amiga. Después levántate otra vez para esculpir en piedra
bellas escenas, por última vez, como las del escudo de Aquiles.
Pero intenta elegir las más insignificantes, por ejemplo, los pregoneros
cansados, debajo de las encinas; los soldados que preparan la cena,
el rey encorvado en silencio sobre su cetro; un muchacho
que baja de la colina gritando-, la boca abierta
sin grito. Las mujeres se sientan delante de las puertas, mirando
muy a lo lejos y dentro de ellas, con una dulce sonrisa de comprensión,
porque terminó también este día y la preocupación de la comida y del quehacer-,
la ropa esta lavada y planchada en el cajón; la escoba
limpia también detrás de la puerta; llenos los cántaros;
el candil colgado del clavo de la pared; debajo de la mesa
su sombra como un gran perro negro -que no mueve la cola;
el lucero en la esquina derecha del cielo- pueden, por tanto, mirar
sin reproche ni remordimiento las flores del jardín, los cristales que se encienden
o las niñas hermosas y los mozos que bailan en la plaza a veces enfrentados, otras dando vueltas rápidas como
las que da el alfarero a su torno para probarlo.

Esta escena déjala para el final -así debe ser-,
ya sabes -el baile de los muchachos-, porque mañana amanece
la gran fiesta de los muertos -enemigos y amigos.
Y otra vez el viaje con Helena enteramente oculta por sus pelos de plata.

24.6.69
Yannis Ritsos