Sir John Soane´s house, London.
Soane hizo su
casa de Lincoln´s Inn Fields como una caja asombrosa de filtros y
amplificación. Su construcción nos proporciona un espacio vivo, atravesado y
animado por energías naturales. Las singulares figuras arquitectónicas que, en
general, el arquitecto inglés construyó emergen impregnadas de un fondo de
dimensiones esenciales que son omnipresentes y que nuestra experiencia capta
como fundamento físico del estar terrenal. Una de estas dimensiones es la luz
envolvente y otra es la atracción terrestre, la gravitación que afecta a toda
la materia. En las decisiones tomadas desde el proyecto quiso que se
manifestara, en integración a lo estrictamente constructivo, el protagonismo de
esas dimensiones por medio de la activación de signos relativos a ellas.
Concibió su casa como una oquedad, una cámara, un volumen poroso, un centro
para sentir y soñar ese radical fundamento que como presencia exaltada se
apropia de ella. Y, además, al instalar por todas partes su amada colección de
objetos de arte: pinturas, esculturas, proyectos de arquitectura y maquetas,
condensadores de memoria y de significado, amplió ese sueño también hacia lo
íntimo, a su mundo imaginario d arquitecto. Hizo de ese lugar un centro de
ensoñaciones físicas y espirituales, un puesto privilegiado de observación
verdaderamente circular y completo.
Una de las
sorpresas más evidentes en toda la obra de Soane proviene del hábil modo de
jugar con la luz natural, de controlar su flujo al atravesar el espacio
construido. La mirada constata con emoción el virtuosismo en la disposición de
filtros e interposiciones al paso de la luz natural. Como la luz diurna que
viene de lo alto, la luz cenital cae desde los lucernarios, se derrama, se abre
paso por patios o grietas en forjados y luego se hunde y desaparece en la
opacidad de las paredes o renace y se recrea en los espejos. El interior es
enriquecido por esa luz descendente y se anima en los más variados brillos y
tintes peculiares. Se manifiesta a la manera mágica de las luces que anidan en
los medios turbios que Turner supo expresar magistralmente en sus cuadros. La
arquitectura de Soane parece la recreación de un fragmento de naturaleza. Es,
podemos decir, análoga a un paisaje vivo, animado por nubes y rayos de sol que
se abren camino entre ellas. La luz natural que viene de lo alto resbala por
las paredes, parece solazarse al bañar los elementos arquitectónicos, el
ornamento, las esculturas, las pinturas y los dibujos. El arquitecto nos
proporciona un lugar que imita un paisaje de gran riqueza, lleno de elementos
para el deleite, y todo ello sumido en una envolvente atmósfera luminosa casi
tangible. La exploración visual se siente profundamente estimulada. La mirada
encuentra un alojamiento ideal.
Otro conjunto de
sensaciones que apreciamos, por ejemplo, en la Breakfast Room, o en espacios
como La Rotonda y oficinas con cúpula del Banco de Inglaterra, proviene del
modo en que las figuras construidas se erigen, se sostienen. Ostentan una alta
expresividad acerca de su estabilidad, de sus apoyos y equilibrios, de su
comportamiento frente al derrumbe. Promueven una sensación de ligereza y vuelo,
un sentimiento de flotación que, por otro lado, es inducido empáticamente en el
visitante. Hay techos de equivoca expresividad, cual telas hinchadas, grandes
sombrillas en el ámbito luminoso que hay que sujetar para que no vuelen. Se
comprenden como superficies tensas, atirantadas, que emiten señales de un
vaciamiento similar al de las estructuras neumáticas y ligeras. Se liberan
ficticiamente de la carga de la materia, de la imposición del peso. No pueden
ocultar, sin embargo, su inmersión en el inexorable campo gravitacional. En lo
singular de su levitación despiertan un cuestionamiento acerca de su raíz y
causa. El juego desarrollado por la sucesión de capas, de membranas y aire
interpuesto, es otro modo de expresar una ambigüedad ante el deseo subyacente
de librarse del obligado gravamen de las cargas. En su casa de Londres, por
ejemplo, en el paso entre la biblioteca y el comedor, las dos láminas de la
pared se convierten en láminas separadas entre las que el arquitecto inserta
espejos, creando así un vacío virtual que contradice el macizo del espesor
real. Se desmaterializa la pared pero, al mismo tiempo, de los arcos cuelgan
pinjantes o pomos cual condensaciones repentinas de materia, gotas de una
densidad extraña sometidas al influjo de la gravedad, de modo que, ahí, aquello
que antes eran tenues láminas ahora adquiere de nuevo su peso. Soane, pues,
niega y afirma, estimula una ilusión de levedad y, al mismo tiempo, favorece la
evidencia del peso. En definitiva, quiere que advirtamos los extremos de unos
ejercicios estructurales conformes a la ley física.
En todo este
juego se suscita una clara conciencia de la pertenencia de cualquier objeto
construido y nuestro propio cuerpo al campo gravitatorio. Las construcciones de
Soane están moduladas por una luz que es elemento protagonista y están
compuestas por masas que notoriamente juegan con la gravedad, la acatan y la
desafían a la vez. Su arquitectura con los atributos de lo que él mismo
caracterizaba como la poesía de la arquitectura responde a una concepción en la
que, sobrepasando las simples o crudas determinaciones constructivas, posee una
cualidad distintiva que proviene de hacer sensibles esas energías básicas
entretejidas en la obra y amplificadas, además, por su presentación conjunta.
El arquitecto nos sitúa ante el desvelamiento de ese fondo: esa casa última de
coordenadas primigenias que ha sido integrada íntimamente al edificio.
La arquitectura
es, por tanto, un instrumento que vibra al unísono de un mundo físico y tácito.
Las construcciones de Soane transforman, traducen, hacen legibles fenómenos que
viven soterradamente en ellas. Presentan a la percepción señales claras de una
continuidad, marcas de su pertenencia a un fondo natural. Son manifestaciones
acompañantes que emanan a la manera del tintineo de unas campanas tubulares
cuando son activadas por el fluir del aire y de la brisa. Entre los objetivos
de su construcción está el tener en cuenta ese paso y los efectos en fusión de
unas energías que se destacan con especial relevancia. Las formas están
definidas en un lugar intermedio, en la distancia que existe entre una realidad
física y una naturaleza de fondo que se enseñorea y florece en los espacios y
en la materia construida. Es una arquitectura que toca y activa de muy diversos
modos las distintas cuerdas conectivas de un paisaje en el que también estamos
involucrados. Sale a nuestro encuentro como una entidad limítrofe, con las
características de una piel. Por eso, con frecuencia tiene el aspecto de un
compuesto de bambalinas o telas agujereadas que el ojo a de recorrer,
atravesar, esquivar, sortear como hace la luz y la mirada saltando de horizonte
en horizonte, de punto de fuga en punto de fuga. De otro lado, la obra, en su
condición material, se presenta en una danza oscilante, en un balanceo, entre
la sujeción al peso y su liberación. Soane nos recuerda que no hay poesía en la
arquitectura sin la colaboración de los sentidos y que por ello es susceptible
a la confusión de lo cierto y de lo ilusorio. El ojo, el cuerpo, son parte del
objeto. Pensar lo que se construye en las continuidades que van de las
dimensiones de referencia naturales –luz y gravedad- a sus efectos en la
experiencia sensible conduce a la inteligencia de los objetos construidos como
acontecimientos en flujos y en la temporalidad de los procesos de su
percepción. Las formas tienen algo de aquellas configuraciones efímeras que se
hacen y se deshacen en el agua, imágenes que son fruto de las perturbaciones de
su superficie sujetas a una geometría canónica: anillos ondulaciones o gotas.
La arquitectura de Soane, responde también a una reconocible y parecida
geometría: casquetes seccionados, cúpulas ahuecadas, grietas y gotas. Son
formas que aún siendo estáticas y permanentes nos transportan al modo de una
transfiguración súbita: a la manera de las texturas regulares que se destacan
en un indefinido medio acuoso para luego desvanecerse.
Juan Navarro
Baldeweg
Escritos