29.1.20

Autorretrato, 1917. Emil Nolde


A partir de cierta edad, vemos nuestra biografía en la naturaleza. No importa que el paisaje sea fértil o seco. El pedregal, la estepa y el bosque resumen tus días. Lo confirmo al cumplir un sueño: contemplar varios fiordos de Noruega. En la ruta de Oslo a Bergen, los montes y cerros abren su belleza y liberan mi pasado. Ahí están las laderas abruptas que son los años. Los goces y angustias salen de las piedras. Puedo tocar unas vetas de juventud y fatiga. Sigue el viaje. La bruma cubre los deseos. Si analizo los cambios de carácter, el resultado fluye en un río o se esconde en una borrasca. Me detengo al pie de una colina. Duermo con los sonidos de las corrientes de agua. El camino de vuelta a casa es el reencuentro con las islas interiores de la adolescencia. Los miedos de la niñez se adentran en la cabaña del pintor Edvard Munch. Han sido cuarenta y ocho horas ante un espejo fabricado con arbustos, matas, hierbas. El automóvil termina aparcado en una pregunta: ¿qué paisajes me quedan por vivir? Sin respuesta, me fijo en un túnel.

Francisco Javier Irazoki
Ciento noventa espejos