15.4.12


Roberto Matta, 1942 - 44.


Vivir verde o raíces de la conciencia

Descubrí la poesía un poco por casualidad. Gracias a mi familia, me encontré con García Lorca que era un personaje que cambiaba la vida a su alrededor así como un río hace crecer un árbol que él ha escogido.
Lo conocí en casa de una de mis tías, embajadora en Madrid, en 1935, a quien yo escribía en papel de borrador verde, del más barato. Al presentarme a Federico mi tía anunció: "éste es mi sobrino, el que me escribe en papel verde..." Se lanzó hacia mí, felicitándome, dando saltos y vueltas, como si estuviera tocando piano. Hablaba con la risa. Era un provocador de energía. Era el triunfo de lo verde.
Nunca había conocido a un hombre igual, sin trabas, una rareza del sistema nervioso de la especie. Un homme Libre como uno se lo sueña. (...)
Este dibujo viene directamente de la relación con García Lorca. Dos toros se topan, chocan. Es una reacción contra el espacio guerrero, contra el masticar, el rumiar de todos los valores: un dibujo clave. A partir de estos dos toros que luchan, la materia cambia como si me dijera: "No puedo representar esa lucha, la guerra civil, con la forma del toro. Tengo que encontrar otros neologismos, un lenguaje totalmente distinto". Hoy en día, siguo exactamente en lo mismo, buscando entre la morfología psicológica divinatoria y el aspecto adivinatorio que se le atribuye al lenguaje mitológico griego.

El prisionero de la luz
(sol hasta las raíces)

Es curiosa la insistencia con la que el subconsciente o la memoria es una verdadera naturaleza, casi visible, no al ojo desnudo, sino a una forma del verbo ver. Chorrean gotas del Prisionero de la luz, como si hubiera una secreción de este signo con respecto a las raíces del sol. El sol es un árbol que vuelve a crecer por un subterráneo de pequeños germenes. Todo ocurre entre pliegues, en una materia viscosa en vías de solidificación.

El corazón es un ojo

Toda forma es la historia de la dificultad y de la necesidad de una especie.
La forma no se explica, se hace.
Si el universo es único, hay una red que enlaza los fenómenos, que, a su vez, están enlazados como los elementos que constituyen el cuerpo de un hombre.
Quien siente su propio cuerpo, siente el mundo, la discordia se su armonía.
El mundo, el universo, es sano, armónico-desordenado, donde incluso la enfermedad puede tener solución.
Sobre el modelo armónico del mundo, cada uno de nosotros es geografía, astronomía de un mundo propio: quizá ilusorio, quizá pragmático, o quizás acribillado de mentiras. Aprender a sentir la armonía del Universo es construir una arquitectura y una geografía de nuestro mundo personal, del cual depende nuestra personalidad, a la manera de un segundo rostro para presentar a la sociedad, a la vida social con la cual uno ve a los demás y es visto por ellos, unidos todos por lazos comunes.
Viendo y siendo visto, todo el mundo puede desarrollar en sí mismo la propia persona, que se manifiesta en la personalidad.
Así pues, el arte no es para ser explicado, sino para ser hecho, para hacer en cada uno de nosotros a la propia persona humana que después crea y construye una visión débil, culpable o creativa de la realidad. Por esta razón, hay que crear un mundo que resulte útil. Cada suceso (experiencia) es un terremoto en nuestra propia geografía, cambia la topología del paisaje, del mensaje íntimo.
Tu cuerpo es un ojo o una mano que lleva a cabo tu vida mental.
Esta gráfica es una geografía de mi mundo, donde mi personalidad lleva el timón y podrá servirte de mapa náutico en tu andadura. Reanimar la realidad de la naturaleza en la naturaleza humana. Si el mono ha llegado a ser hombre, el hombre llegará a ser gracia: cuadrúpedo, seres acuáticos, árbol químico de la angelidad indígena.
Sistema musical de las relaciones sorprendentes de un nuevo humanismo.

La Tierra es un hombre

La imagen pintada y la palabra
son el círculo de la dialéctica de la creación.
Lo que una palabra desentierra
de las profundidades del espíritu,
la imagen lo traduce
en este fruto mágico
sin el cual la conciencia no sabría
construir.
Es a través de imágenes del objeto en
perspectiva
que nuestra conciencia descubrió su
forma física.

Les vertes tiges des roses

(...)
¿Será la expansión del laberinto, no sólo en el sentido espacial sino tanto en el significante como en el deseo? Caer, subir en una materia que no es ni aire ni líquido. ¿Acaso es Eros deseo al borde de unabismo, que sería lo embrionario social? ¿El vértigo de la ascensión, del crecimiento; el vértigo de pasar del estado de semilla al de planta, al de flor, al de fruta no es acaso un miedo? ¿Estar sin relación con el centro de gravedad de la tierra no es acaso una pérdida de identidad como de la muerte? Nos transformamos, la antigua identidad ya no existe.

Roberto Matta
Escritos