30.1.11
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas
Con tu boca de mercurio en tiempo de misioneros.
Y tus ojos como humo y tus rezos que parecen rimas,
Y tu cruz de plata, y tu voz como campanillas
¿Quién de ellos cree que podría enterrarte?
Con tus bolsillos por fin bien protegidos
Y tus visiones de tranvías que dejas sobre la hierba
Y tu carne de seda, y tu cara como cristal
¿Quién de entre ellos pensarían que podría llevarte?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a tu puerta?
O, dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Con tus sábanas como el metal y tu cinturón de encaje,
Y tu juego de cartas sin la sota y el as,
Y tus vestidos de sótano, y tu cara hueca,
¿Quién de ellos pudo pensar que podría adivinar lo que harías?
Con tu silueta cuando la luz del sol se va apagando
en tus ojos, donde nada la luz de la luna,
Y tus canciones de cajas de cerillas y tus himnos gitanos,
¿Quién de ellos querría intentar impresionarte?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a tu puerta?
O, dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Los reyes de Tiro, con su lista de presidiarios,
Esperan en fila por sus besos de geranio.
Y tú no podías saber que ocurriría así
Pero, ¿quién de todos ellos desea realmente besarte?
Con los amores de tu infancia en tu manta de medianoche,
Y tus modales a la española y la medicación de tu madre,
Y tu boca de vaquero, y tus anuncios de toque de queda.
¿Quién de ellos crees que se podría resistir?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a tu puerta?
O, dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Los granjeros y los hombres de negocios, todos ellos decidieron
Enseñarte los ángeles muertos que solían esconder .
Pero, ¿por qué tuvieron que elegirte a ti para que te pusieras de su lado?
¿Cómo podrían llegar nunca a confundirte?
Hubieran querido que cargaras con las culpas de lo de la granja,
Pero con el mar a tus pies y la fingida alarma,
Y con el hijo de un maleante arropado en tus brazos,
¿Cómo iban a poder convencerte?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a tu puerta?
O, dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Con tus recuerdos de Cannery Row como láminas de metal,
Y tu marido de revista que simplemente un día tuvo que irse,
Y tu delicadeza de ahora, que no puedes ocultar,
¿Quién de ellos crees que te daría empleo?
Ahora estás con tu ladrón, estás en tu libertad condicional
Con el medallón sagrado que las yemas de tus dedos doblaron,
Y tu cara de santa, y tu alma de fantasma,
¿Quién de entre todos ellos pudo pensar jamás que te podría destruir?
Dama de los ojos tristes de las tierras bajas,
De donde dice el profeta de los ojos tristes que no viene nadie,
Mis ojos en depósito, mis tambores árabes
¿Debería tal vez dejarlos junto a tu puerta?
O, dama de los ojos tristes, ¿debería acaso esperar?
Bob Dylan
Blonde on blonde, 1966