4.2.11
Detalle, Die Argonauten. Anselm Kiefer
Anselm Kiefer sobre Jasón y los Argonautas
Quisiera situar la historia de este trabajo, que acabó siendo una serie compacta y coherente de fotografias, en un contexto muy banal y cotidiano, puesto que realmente surgió así. En algun momento de los años 80, estaba tomando café y pasteles con algunos colaboradores y compañeros de trabajo. Tras acabar la comida, la mesa parecía un campo de batalla: tazas vacías, restos en los platos, migas, manchas... En Alemania, se podría decir que en una mesa en la que se ha tomado el café correctamente se puede considerar resucitar a Jasón, el héroe del vellocino de oro. Al igual que en otras ocasiones, preferí no estudiar primero la historia de Jasón y luego pensar en como materializarla. Fue más bien como siempre suele suceder conmigo: al principio hay una idea incipiente, una colosal imaginación, aún sin una formalización clara. Por ejemplo, el hallazgo de un nombre. Hay nombres que tienen un aura determinada: Märkischer Sand, Königsgrätz, Dreilinden. O nombres judíos, como Lilith. No hace falta saber mucho sobre ellos para poder usarlos como materiales de trabajo. El nombre crea un presentimiento, una sensación que se crea tras él. El nombre Jasón posee este aura. Todos llevamos este mito dentro de nosotros aún sin haber leido nada sobre él.
Los recuerdos van apareciendo tras un cierto tiempo, igual que un pescador que se sienta tranquilamente en la orilla esperando a que el pez pique. Poco a poco, los detalles van regresando a mi conciencia. Por ejemplo, recuerdo que trabajé con fragmentos de distintos materiales, como dientes y ropa, sin saber exactamente qué estaba haciendo. Más tarde me dí cuenta de que el despedazamiento, en efecto, juega un papel importante en el mito de Jasón. Para recuperar el vellocino de oro para su familia, Jasón se fue de viaje y se alió con Medea, la hija del emperador de Aia. Medea descuartizó a su propio hermano y lanzó sus miembros frente a los pies de sus perseguidores. Así salvo a Jasón. Más tarde se vengaría de Jasón, tratando de convencer a los padres de este para que le cortaran en pedazos y le arrojaran en uncaldero, del que supuestamente iba a salir más joven. Naturalmente su artimaña no funcionó. El mito también relata una prueba a la que Jasón se tuvo que someter y que consistía en sembrar los dientes de un dragón muerto y matar a los guerreros gigantes que nacieron de estos. De ese pasaje surge, por tanto, la decisión de incluir los dientes en esta obra. En otro momento de la narración, también se cuenta como Medea se venga de Glauke, la segunda esposa de Jasón. Medea regala a Glauke un vestido espectacular, pero que está envenenado. Cuando ésta se lo pone, desaparece, y queda tan sólo el vestido. Ahí tenemos el por qué de la inclusión del vestido.
No soy un simbolista ni alegorista. Este sería un planteamiento científico, que es el que, por ejemplo, Rubens solía utilizar. Rubens dominó el canon completo de las alegorías y las copió de forma científica. Sin embargo, yo confío en las cosas tal cual son. Un proceso tan normal como tomar un café puede albergar la dramática lucha de los argonautas, sólo hay que reconocerla. Realmente, lo único que nos mantiene vivos es la "capa que hay detrás" de las cosas. Nadie vive sólo de tomar café o de comer. Es más, se puede llegar a tener una vida más plena sin tomar alimentos y reflexionando sobre la escasez, que toamndo demasiados alimentos y sin pensar. Una taza en sí misma no es una taza. Una taza tan sólo cobra sentido cuando se hace añicos, mientras uno está pensando, como en este caso, en el hermano de Medea. Mi objetivo no es crear una obra de arte que parezca interesante o incluso estética. No quiero cosas superficialmente bonitas. Pretendo que mis obras surgan de un modo insignificante, pues creo que lo insignificante tiene más valor para el observador. Si se le ofrece lo interesante con las explicaciones pertinentes, para que lo entienda rápidamente, lo asume pronto. Sin embargo, primero hay que traspasar la frontera de lo banal. Lo banal es el mejor punto de partida para hacer descubrimientos propios. Tomemos un ejemplo tan sencillo como el de las manzanas de Cézanne. Cuando las pintaba no se enfrentó a un fenómeno biológico, sino a un problema formal. Estaba fascinado por la incidencia de la luz sobre la superficie. Lo queeran las manzanas para Cézanne es la historia de los argonautas para mí: he mostrado algo que ya estaba ahí, a lo mejor lo he iluminado de forma diferente. Es una cuestión de la incidencia de la luz. Los buenos artistas siempre se adelantan a su tiempo pues están esperando a lo que vendrá, lo que el horizonte traerá con el amanecer.