5.6.15

El sueño de santa Úrsula, 1495. Vittore Carpaccio

"Su comparación es tan exacta, me dijo Elstir, cuanto que, debido a la ciudad donde pintaban, esas fiestas eran en parte náuticas. Sólo que la belleza de las embarcaciones de aquel tiempo residía la mayoría de las veces en su pesantez, en su complicación. Había torneos sobre el agua, como aquí, dados por lo general en honor de alguna embajada parecida a la que Carpaccio representó en la Leyenda de santa Úrsula. Los barcos eran macizos, estaban construidos como arquitecturas, y parecían casi anfibios como Venecias menores en medio de la otra, cuando amarrados con la ayuda de puentes volantes, cubiertos de raso carmesí y de alfombras persas, llevaban mujeres con brocados color cereza o con damasco verde, muy cerca de los balcones incrustados de mármoles incrustados de mármoles multicolores a los que otras mujeres se asomaban para mirar, con sus vestidos de mangas negras con cuchilladas blancas rodeadas de perlas o adornadas con guipures. No se sabía ya dónde acababa la tierra, dónde empezaba el agua, qué seguía siendo palacio o era ya navío, carabela, galeaza o Bucentauro".

Marcel Proust
A la sombra de las muchachas en flor. A la busca del tiempo perdido.