Olviden el ritmo.
Procuren no tener conciencia de sus cuerpos. Renuncien al suelo. Pierdan sus
músculos. Dejen de entrenarse. No obedezcan a la música. Ya no se vinculen más
con nada. Piensen en nacer, eso es lo esencial. Pesen de pronto con todo su
peso en el suelo como lo hacen los animales en el bosque. Apóyense en el dolor
humillado del suelo.
En el nacimiento,
la tierra es totalmente nueva.
La ceremonia de
la voz perdida, en griego, es la tragodía.
La ceremonia de
la danza perdida, en japonés, es el ankoku butoh.
Tanaka escribió:
Mi danza no tiene nombre. No es personal. El mundo no ha terminado. Yo coloco
mi aliento en el impulso que precede a los hombres en el instante que surgen en
el espacio. Hay dos danzas. Antes danzaba por los difuntos y giraba la cabeza.
Ahora danzo desnudo, cerca del suelo, lentamente, muy lentamente, reptando para
venir al mundo, intentando moverme sobre la tierra adonde fui arrojado por el
cuerpo de mi madre, intentando avanzar sobre el suelo, intentando respirar en
el aire que descubro.
Hay dos danzas
así como hay dos reinos.
La primera danza
precede al nacimiento, en donde cae.
La segunda danza
reproduce, juega, imita, traspone, recalcula, traduce como puede, en el aire,
la natación perdida en el líquido amniótico, la dilatación perdida en la bolsa
perdida antes de la indigencia natal.
Cuando despliego
el sistema de artes europeos, me he vuelto incapaz de distinguir Danza, Mimo,
Música, Máscara, Tragedia. Me he vuelto incapaz de sustraerlos de la danza chamánica. Incapaz de delimitarlos, de oponerlos unos a otros, de articularlos
entre sí.
Pascal Quignard
El origen de la
danza