Te desmentí de cabo
a rabo devolviéndote
a tus primeros actos,
te escudriñé profundo
hasta escuchar la historia
amarga de tu cuerpo,
pues solo el amor sabe
cómo llegar tan hondo
sin molestar la sangre.
Esa noche la lava
mudó el paisaje en piedra.
Tú y yo fuimos lo único
que se murió de veras.
que el techo de esta casa
es todo de verdad.
que es la verdad más plena
de todo lo construido,
el muro en más reposo,
la redención de tantos
errores y desvíos,
la mano que disculpa,
el anhelado fin
de las hostilidades,
la prueba que buscábamos
desde el primer ladrillo.
hay que mirarlo, ahora,
imaginar la casa;
es el mejor momento
de una edificación:
todo es limpio y posible,
todo es un don del aire,
todavía no hay nada
que contar, solo sueños,
Quedémonos un poco
en esta prehistoria,
esta tierra de nadie
donde el muro es de todos.
Así eran las murallas
de otra época:
traían de vuelta a cada uno,
a nadie lo dejaban solo
con sus argumentos.
Fabio Morábito
Ventanas encendidas. Antología poética