20.11.24

 

Fotografias: Paulo Nozolino





vêm de longe e constroem casas inacabadas, deixam a meio os seus movimentos, e rodeiam as cidades de objectos anónimos: o espaço transforma-se num labirinto inextricável, onde cresce o que não terá o abrigo de um nome: mostram assim, com a precisão de quem aprendeu a não completar um gesto, a fragilidade dos nomes. O que abandonam, o que estão sempre a abandonar, para além da história de um longo e penoso esquecimento, são os seus gestos incompletos: paredes sem reboco, a falta de janelas, baldes pesados de cimento seco:

sobras, concentradas como denúncias.


Metástases de um mesmo silêncio.

:

O cântaro de barro mostra as mãos do oleiro,

a rabiça de arado, o suor de quem lhe pegou,

os ossos deformados destas mãos: a intimidade de um corpo:


Queres apagar aquilo de que te afastaste, mas não consegues: regressas, obsessivo, à malignidade da tua imagem naqueles espelhos. E esse regresso revela a tua vulnerabilidade: 

tornaste-te um alvo.

E o tiro será certeiro.


Há mãos cuja falta é avassaladora. Que constroem minuciosos apagamentos. Até à simplicidade de um esboço.

Porém há esboços com a precisão do gume de uma navalha.


Eis o olhar inteiro. Íntegro.

Sen equívocos.

E sem sinónimos.


Como falar de homens dispersos pela falta de um rosto?

pela indiferença de cada corpo?

De homens que se movem num tempo sem relevo?

-que tenho eu que ver com isto?

Tudo, tens tudo

:

Transforma os objectos em acusações:

não procura a sombra, nem desconhece a sombra:

tira a cor do seu refúgio,

e mostra-nos o fantasma que a habita:

o seu negro escondido.

:

Inclemente, desabriga:

as coisas regressam à frieza que os nomes mascaram:

a nudez deste olhar reflecte a nossa nudez

e torna-a impartilhável.

Não escapamos a nós próprios:

Vemos



Vienen de lejos y construyen casas inacabadas, dejan sus movimientos a medias y rodean las ciudades de objetos anónimos: el espacio se convierte en un laberinto inextricable, donde crece lo que no tendrá el cobijo de un nombre: muestran así, con la precisión de quien ha aprendido a no completar un gesto, la fragilidad de los nombres. Lo que abandonan, lo que siempre abandonan, más allá de la historia de un largo y doloroso olvido, son sus gestos incompletos: paredes sin enlucir, ventanas que faltan, pesados cubos de cemento seco:

sobras, concentradas como denuncias.


Metástasis del mismo silencio.

:

El cántaro de barro muestra las manos del alfarero,

la trasera del arado, el sudor de los que la recogieron,

los huesos deformados de esas manos: la intimidad de un cuerpo:


Quieres borrar aquello de lo que te has alejado, pero no lo consigues: regresas, obsesivo, a la malignidad de tu imagen en aquellos espejos. Y ese regreso revela tu vulnerabilidad: 

te has convertido en un objetivo.

Y el disparo será certero.


Hay manos cuya carencia es avasalladora. Que construyen minuciosas eliminaciones. Hasta la simplicidad de un boceto.

Pero hay bocetos con la precisión del filo de una navaja.


Esta es la mirada completa. Intacta.

Sin equívocos.

Y sin sinónimos.


¿Cómo hablar de hombres dispersos por la falta de un rostro?

¿Por la indiferencia de cada cuerpo?

¿De hombres que se mueven en un tiempo sin relieve?

-¿Qué tengo yo que ver con esto?

Todo, lo tienes todo

:

Transforma los objetos en acusaciones:

no busca la sombra, ni desconoce la sombra:

saca el color de su refugio,

y nos muestra el fantasma que lo habita:

su negrura escondida.

:

Inclemente, deshabita:

las cosas regresan a la frialdad que los nombres enmascaran:

la desnudez de esta mirada refleja nuestra desnudez

y la hace impartible.

No escapamos de nosotros mismos:

Vemos












O Mediterrâneo - limpo de tosas as histórias que o tornaram límpido, de todos os quadros e de todos os poemas - não escapa, não poderá escapar, à água de sombras, que ele sempre foi.

:

Uma coisa é o desejo de um regresso, e outra, a casa construída, destruída, e reconstruída que nos espera. Mas, quando nos aproximamos dela, e damos um passo para abrir a porta, ela desmorona-se


Alguns souberam olhar por essa fresta e construir a utopia, para se darem a pátria de um regresso.

(Regressa-se sempre ao que nunca existiu?)


As pausas entre massacres alimentam o comércio da "beleza": o nariz corroído das estatuas;

um phalus monstruoso, pintado afresco, na parede de uma casa de Pompeia;

a virgem bizantina, da abadia de Torcello: a grande angular dos seus olhos estrábicos.


Escrevê-lo: ir de palavra em palavra, procurando ligá-las numa frase, mínima que seja, uma frase impossível: obode só pode ser descrito por estilhaços: pêlo, cornos, lã, fios, grânulos, fóssil, músculos.


Inventou-se a casa para haver um regresso,

inventou-se o Mediterrâneo para haver partida e chegada.

Mas não se inventou o bode:

a avidez da sua exactidão.

Que transformou uma longa história

na revelação áspera do nosso presente.


um brilho opaco, duro: pressentimento de uma intermitência no tempo feliz das ficções? Mar não sobrevoado de gaivotas, mar de rochas sem algas, árido?, ou somente puro?, depurado pelo trabalho alquímico de uma revelação que o limpou, até o transformar nessa água pesada, onde não se imaginam o salto de um golfinho, nem a morosidade de caranguejos num movimento articulado de máquina: Mediterrâneo. Ainda não manchado pela morte, estéril até à transparência, extensão líquida, sem um único nome, de todos aqueles que o iriam povoar: pólvora, espadas, balas, naufrágios, torpedos, mísseis: a opulenta criação dos homens, que continua a cínica Criação de Deus. Ou que escapou a ela? Mediterrâneo. Onde por vezes se abre um interregno, que alguns homens reproduziram, e outros continuam a reproduzir, na tela, no papel e na pedra, pausas mumificadas nos museus, nas falésias sobre o mar, ou nos amáveis labirintos dos jardins barrocos, pausas, onde os efebos não envelhecem nem os homens morrem, consumidos pela sarna como Plotino, corpos-letras, intactos nas bibliotecas, que não sabemos se existiram ou se foram o fantasma de outros corpos, esse Mediterrâneo, esta fotografia apagou-o, ou melhor, abandonou-o, numa longa viagem regressiva, até à pureza estéril que antecedeu a História, um olhar que na sua regressão se tornou quase coincidente con o de Deus, mas que tem nesse quase a sua lucidez, ou seja, o saber inconsciente de uma realidade brutal que fez surgir no íntimo da criação divina, a barbárie da criação humana.


mar esquivo:

- precário e instável, ou duro e petrificado;

- o negro de uma vasa intocada, ou um sedimento feito dos detritos de todas as viagens, de todos os naufrágios e de todas as guerras;

- um desdobramento do tempo ou uma retracção do tempo.


Entre um osso e outro, um vazio que os mantém próximos.


A luz vem da superficie, verde e rugosa.



El Mediterráneo -limpio de todas las historias que lo han vuelto limpio, de todos los cuadros y de todos los poemas- no escapa, no podrá escapar, del agua de sombras que siempre fue.

:

Una cosa es el deseo de un regreso, y otra, la casa construida, destruida y reconstruida que nos espera. Pero cuando nos aproximamos a ella y damos un paso para abrir la puerta, se derrumba


Algunos supieron mirar a través de esa grieta y construir la utopía, para darse la patria de un regreso.

(¿Se regresa siempre a lo que nunca existió?)


Las pausas entre masacres alimentan el comercio de la «belleza»: la nariz corroída de las estatuas;

un falo monstruoso, pintado al fresco, en la pared de una casa de Pompeya;

la virgen bizantina, de la abadía de Torcello: el gran angular de sus ojos entrecerrados.

En los momentos sin redención, nos percibimos que estamos únicamente viendo restos.


Escribirlo: ir de palabra en palabra, procurando unirlas en una frase, por mínima que sea, una frase imposible: la cabra sólo puede describirse por fragmentos: pieles, cuernos, lana, hilos, gránulos, fósiles, músculos.


Se inventó la casa para que pudiera haber un regreso,

se inventó el mediterráneo para que hubiera partida y llegada.

Pero no se inventó la cabra:

la codicia de su exactitud.

Que transformó una larga historia

en la áspera revelación de nuestro presente.


Un brillo opaco y áspero: ¿presentimiento de una intermitencia en el tiempo feliz de las ficciones? Mar no sobrevolado de gaviotas, mar de rocas sin algas, árido?, o solamente puro..., purificado por la obra alquímica de una revelación que lo limpió, hasta transformarlo en esta agua pesada, donde no se imaginan el salto de un delfín, ni la lentitud de cangrejos en un movimiento articulado de máquina: Mediterráneo. Aún no manchado por la muerte, estéril hasta la transparencia, una extensión líquida, sin un único nombre, de todos los aquellos que lo irían a poblar: pólvora, espadas, balas, naufragios, torpedos, misiles: la opulenta creación de los hombres, que continúa la cínica Creación de Dios. ¿O qué escapó de ella? Mediterráneo. Donde a veces se abre un intervalo, que algunos hombres reprodujeron, y otros continuan reproduciendo, en la tela, el papel y la piedra, pausas momificadas en los museos, en los acantilados sobre el mar, o en los amables laberintos de los jardines barrocos, pausas, donde los efebos no envejecen ni los hombres mueren, consumidos por la sarna como Plotino, cuerpos-letras, intactos en las bibliotecas, que no sabemos si existieron o si fueron el fantasma de otros cuerpos, ese Mediterráneo, esta fotografía, lo ha borrado, o más bien abandonado, en un largo viaje regresivo, hasta la pureza estéril que precedió a la Historia, una mirada que en su regresión se ha hecho casi coincidente con la de Dios, pero que tiene su lucidez en ese casi, es decir, en el saber inconsciente de una realidad brutal que hizo nacer en la profundidad de la creación divina, la barbarie de la creación humana.


mar esquivo:

- precario e inestable, o duro y petrificado;

- el negro de una jarra intacta, o un sedimento formado por los detritus de todos los viajes, de todos los naufragios y de todas las guerras;

- un desdoblamiento del tiempo o un repliegue del tiempo.


Entre un hueso y otro, un vacío que los mantiene próximos.


La luz viene de la superficie, verde y rugosa.












Nos objectos, a luz decompõe,

na carcaça da rês, pendurada de um gancho, a luz são os ossos,

num rosto, é a boca entreaberta:

geometrias antecipadas da morte


a estranheza:

o que de mais profundo abrigamos em nós:

este sou eu? estas armas? esta janela? este corvo morto?

Rodeia-nos a nossa intimidade


O recorte de um milhafre? Ou de uma águia? As penas desenham-se na extremidade das asas, a cebça de lado, e o bico curvo. Um negro clareia em negro. E espalha-se naquele corpo, tornando-se prisioneiro dele. Sem uma brecha, sem uma mácula. Quando desvio os olhos, vejo letras:

e tento encontrar nelas a palavra escondida, que é a devastação de uma frase.

O branco, a que costumamos atribuir o nome de todas as cores, encerra, aqui, a nitidez de uma falta:

o súbito roubo que é a luz.


Não temos pedras, terra, ou alcatrão. Não temos casas, jardins, montanhas. Não temos pessoas. Temos paredes que suportam o mundo: fotografias, quadros, sombras, portas, entradas e saídas, antecipações. Somos as nossas paredes. Tanto o que nelas falta como o que nelas há. Por qualquer parede espreita o muro. Aprendemos a construir paredes que se tornaram a imagem do mundo, o muro porém é um fóssil pronto a resnacer, uma cidade destruída, com a sua coreografia: colunas partidas, geometrias toscas, estátuas derrubadas, silèncios insuportáveis de tão rápidos. Somos povoamentos indecisos, estátuas que recortam a cinzento com o sujo, braços semiabertos, pernas semiabertas, mãos semiabertas. O cimento é a grande descoberta do sujo. Tudo o que se deposita nele é sujo, ou se transforma em sujo. Que assim encontra a sua morada


O Pártenon é o templo sobrante: há quanto tempo o tempo deixou de passar? Há quanto tempo nem uma pedra se desprende do capitel de uma coluna dórica? há quanto tempo se tornou inatingível pelo presente e pelo passado? Que o futuro, esse, é indesmoronável. um nome para a consolação dos crentes?

(...) A luz grega, maldosa, atirou outras luzes para as margens. Por ela iluminados, reconstruímos um passado que nunca existiu, porque a dor, os corpos suados e exangues, as mãos calejadas, não deixaram vestígios


Há quem faça utensílios de pedra, de madeira ou de barro, com a paciência de uma primeira vez, e assim preencha todo o passado, o passado de tudo: o presente.


Descrever um único objecto é descrever a totalidade do mundo


Rarefaz-se. Do nascimento à morte. Da presença à ausência. Com tenacidade construímos todos os pormenores do esquecimento


Ou.

Escrever até à insensatez: riscos, letras, riscos. Encher páginas e páginas "da falta de sentido", da violência de nem sequer poder interrogar, e mesmo assim querer ouvir uma resposta. ou uma pergunta. Riscar, amachucar, sujar, isto é, tornar uma folha, esta respirável. Sei lá como acabar frases, palavras, até letras? Posso continuá-las indefinidamente, posso atirar com raiva o lápis para cima da mesa, levantar-me e olhar a relva do jardim branca de geada, posso dar aos deuses a nitidez de uma palavra decisiva e derrotar os ingleses, posso levar à morte Danton, posso dizer que Saint-Just era belo e ouvi-lo discursar: ... cet homme doit régner ou mourir, posso tudo com um lápis e um papel, e tudo poderá acabar numa fogueira. Há o tempo das palavras impuras, que é o tempo em simultâneo das palavras puras: umas são a fogueira das outras. Mas todas renascem. Há um homem entre dois nomes: puro e impuro: não sabe o que fazer. Com o tempo, as suas palavras, que eram só tenteios, exasperações, medos, tornar-se-ão puras, depois impuras, e novamente puras... este homem sabe que o destino de qualquer palavra é esse, e que não poderá escapar, ele bem tenta mas milhares de anos de palavras tornaram-nas todas sujas

:

cada uma destas fotografias é um pormenor do esquecimento.


Há relógios para medir a ausência de tempo.


frente a estas fotografias, sentimos que o nosso corpo se retrai, se inquieta, se desgasta (desgosta) ou se fascina. A regressão concentra-o, dá-lhe a mudez: do inarticulado


Cada um de nós tem, é, os nomes todos do mundo, qualquer que seja a quantidade de nomes que se tenha. Meu avô tinha poucas dezenas, e eram os nomes todos do mundo. Eu tenho milhares e são também todos os nomes do mundo. Mas no meu avô, um nome ligaba centenas de coisas, em mim, um nome liga tão poucas coisas. Os milhares de nomes que tenho geram a solidão das coisas, os poucos que tinha meu avô acarinhavam-nas.


Rui Nunes

Da Luz à Lucidez: Paulo Nozolinho



En los objetos, la luz se descompone,

en el cadáver de una res, colgada de un gancho, la luz son los huesos,

en un rostro, es la boca entreabierta:

geometrías anticipadas de la muerte


extrañeza:

lo más profundo que albergamos en nosotros:

¿este soy yo? ¿estas armas? ¿esta ventana? ¿este cuervo muerto?

Nos rodea nuestra intimidad


¿El contorno de una cometa? ¿O de un águila? Las plumas se dibujan en el extremo de las alas, la cabeza de lado, el pico curvo. El negro se aclara en el negro. Y se extiende en ese cuerpo, convirtiéndose en su prisionero. Sin un vacío, sin una mancha. Cuando desvío los ojos, veo letras:

e intento encontrar en ellas la palabra oculta, que es la devastación de una frase.

El blanco, al que solemos atribuir el nombre de todos los colores, contiene aquí la nitidez de una carencia:

el repentino robo que es la luz,


No tenemos piedras, tierra ni asfalto. No tenemos casas, jardines, montañas. No tenemos personas. Tenemos paredes que sostienen el mundo: fotografías, cuadros, sombras, puertas, entradas y salidas, anticipaciones. Somos nuestras paredes. Tanto lo que en ellas falta como lo que en ellas está. A través de cualquier pared acecha el muro. Aprendemos a construir paredes que se convertirán en la imagen del mundo, pero el muro es un fósil pronto a renacer, una ciudad destruida, con su coreografía: columnas rotas, geometrías toscas, estatuas derribadas, silencios insoportables de tan rápidos. Somos asentamientos indecisos, estatuas que se recortan grises de suciedad, brazos entreabiertos, piernas entreabiertas, manos entreabiertas. El cemento es el gran descubrimiento de la suciedad. Todo lo que se deposita en él está sucio, o se ensucia. Así es como encuentra su morada


El Partenón es el templo sobrante: ¿hace cuanto tiempo el tiempo dejó de pasar? ¿Hace cuánto tiempo que una piedra se desprendió del capitel de una columna dórica? ¿Hace cuánto tiempo que es inalcanzable para el presente y el pasado? ¿Que el futuro, ese, es indescriptible, un nombre para consuelo de los creyentes?

(...) La luz griega, maligna, arrojó otras luces a los límites. Por ella iluminados, reconstruimos un pasado que nunca existió, porque el dolor, los cuerpos sudorosos y ensangrentados, las manos encallecidas, no dejaron rastro...


Hay quien hace utensilios de piedra, madera o barro, con la paciencia de una primera vez, y así llenan todo el pasado, el pasado de todo: el presente.


Describir un solo objeto es describir el mundo entero


Se reelabora a sí mismo. Del nacimiento a la muerte. De la presencia a la ausencia. Con tenacidad construimos todos los detalles del olvido


O.

Escribir hasta la insensatez: arañazos, letras, rasguños. Llenar páginas y páginas «de la falta de sentido», de la violencia de ni siquiera poder interrogar, y aún así querer oír una respuesta. O una pregunta. Rayar, arrugar, ensuciar, esto es, volver una página, esta, respirable. No sé cómo acabar frases, palabras, ¿ni siquiera letras? Puedo continuarlas indefinidamente, puedo tirar con rabia el lápiz encima de la mesa, levantarme y mirar la hierba del jardín blanca de escarcha, puedo dar a los dioses la nitided de una palabra decisiva y derrotar a los ingleses, puedo dar muerte a Danton, puedo decir que Saint-Just era hermoso y oírle decir: ... cet homme doit régner ou mourir, puedo hacer todo con un lápiz y un papel, y todo podrá acabar en una hoguera. Hay un tiempo para las palabras impuras, que es también un tiempo para las palabras puras: unas son la hoguera de las otras. Pero todas renacen. Hay un hombre entre dos nombres: puro e impuro: no sabe qué hacer. Con el tiempo, sus palabras, que eran solo tentativas, desasperaciones, miedos, se volverán puras, luego impuras, y nuevamente puras... este hombre sabe que el destino de cualquier palabra es ese, y que no podrá escapar de él, lo intenta con todas sus fuerzas, pero miles de años de palabras se volvieron todas sucias.

:

cada una de estas fotografías es un detalle del olvido.


Hay relojes para medir la ausencia de tiempo.


Ante estas fotografías, sentimos que nuestro cuerpo se retrae, se inquieta, se agota (asqueado) o se fascina. La regresión lo concentra, le da la mudez: de lo inarticulado


Cada uno de nosotros tiene, es, todos los nombres del mundo, cualquiera que sea la cantidad de nombres que se tengan. Mi abuelo tenía unas pocas decenas y eran todos los nombres del mundo. Yo tengo millares y soy también todos los nombres del mundo. Pero en mi abuelo, un nombre unía cientos de cosas, para mí, un nombre une tan pocas cosas. Los millares de nombres que tengo generan la soledad de las cosas, los pocos que tenía mi abuelo las atesoraban.


Rui Nunes

De la luz a la lucidez: Paulo Nozolinho

31.10.24

Henri Michaux




Una pintura de Michaux no es un objeto bien terminado, bien sepultado en su marco, porque no está separada de los gestos que la han hecho aparecer: no está separada del fondo cuya energía continúa haciéndola vibrar.

Nos pone a trabajar.

El espacio está liberado: percibimos tanto su volumen como su campo. no se mira ya la pintura, se la piensa. 

Somos una escritura que no "dice" nada porque no está separada de lo que dice. Es el lugar y también es el elemento de ese lugar.

No se lee un elemento, se entra en él y él nos lleva.

Como a la mirada la lleva el espacio que ella es.


Bernard Noël

Diario de la mirada

The Snail, 1953. Henri Matisse




Yo estoy hecho de todo lo que he visto.


Henri Matisse

 

Henri Cartier-Bresson, 1959.




La fotografía es una invención capital porque lleva a cabo el desdoblamiento de lo real y de su visibilidad. Se parece en esto a la mirada, pero va más lejos porque representa la representación visual y permite así, fuera de nosotros, una mirada sobre la mirada.

La abertura del ojo fotográfico está regulada de manera que su velocidad permita la impresión exacta de la imagen. Esta velocidad expresa sin duda, por analogía, la importancia de la velocidad en elpaso de lo real a lo visible, de lo visible a lo visual y de lo visual a lo mental.

El tiempo es sin duda un factor esencial de la mentalización: el tiempo necesario para la inscripción mental de las imágenes del mundo.

Si una arqueología mental fuera posible, ¿se descubriría que -como la lectura se aceleró al pasar de la articulación al recorrido mental- la inscripción mental de las imágenes ha ido cada vez más deprisa hasta lo instantáneo?
Dicho de otro modo, la capacidad de abstraer se va intensificando.
Lo instantáneo es una de las consecuencias de esta intensificación.

Somos incapaces de percibir la centésima de segundo, pero sabemos tomar fotos a velocidades muy superiores. Lo que a esas velocidades fotografiamos, por más que esté ante nosotros y por más que lo reconozcamos en la imagen que resulta, no lo hemos visto nunca de hecho y no tenemos ninguna oportunidad de volver a verlo ni de volver a fotografiarlo. El mundo que fotografiamos a la milésima de segundo es tan invisible como el interior de nuestra cabeza.

Esta velocidad es una velocidad realmente mental. Se produce fuera, pero se piensa dentro. Traduce algo que no se puede captar con los medios de la cabeza, pero que se puede hacer realidad con estos mismos medios. (Y hay ahí, por otra parte, el principio de una inversión: lo mental es abstraído del mundo y entonces comienza a hacerse realidad en él.)

La instantánea nos fascina en cuanto tumba el tiempo. Creo que atestigua, por el contrario, una cualidad de lo real, imperceptible de otro modo: que lo real está siempre y absolutamente en presente, mientras que nosotros estamos en un presente inestable, que sin cesar vira al pasado.

No estamos ya en la perspectiva, que unifica el espacio hasta el punto a que alcanza la vista. estamos en el fragmento que corresponde al recorte o la extracción que efectúa la mirada en el espacio.

La instantánea es una mirada dirigida y codificada. No hay expresión que sea la cosa misma que parece ser (y que el autor sueña que sea), porque toda expresión contiene una distancia cuya forma más directa, en el mejor caso, es ella.

La fotografía es el estado final de un proceso que, en su rapidez extrema, comprende una abertura, una impresión, un revelado. El instante capital de este encadenamiento es el de la impresión, que se desarrolla en lo invisible, en el interior de la cámara oscura. El espacio de esta cámara es el @lugar@ donde lo visible pasa de la realidad a la irrealidad, como la vista a través de nuestros ojos pasa de lo visible a lo invisible. Nadie ha visto nunca ese tránsito, ni en la cámara ni en los ojos; solo se conoce su principio -principio que es un saber banal al lado de lo que sería la simple vista de la precipitación, de la que surge la metamorfosis decisiva de lo real en su idea.


Bernard Noël
Diario de la mirada

Eye from a Bronze Statue; 5th - 2nd century B.C

Angiografía de campo amplio. Retina de un ojo.





La idea del espacio y el comportamiento del hombre están siempre ligados... El hombre se refleja en el espacio y, a cambio, el espacio concebido le da forma... (Olivier Debré)

¿Las cosas están tras las palabras? ¿Qué harían ahí? Inútil buscarlas detrás de su imagen: no están ahí tampoco. Pero entonces, ¿dónde está la realidad?
¿Y qué es un lugar?
¿Qué es una mirada?

La mirada es el espacio comunicante. Hace del espacio el elemento de la comunicación. Su materia.

El dibujo es la desnudez de lo visible: se da enteramente a ver y, en el mismo instante, se retiene para indicar que también posee un fondo, una interioridad. un dibujo se toca como un cuerpo. El tacto de la mirada hace que se levante en su superficie la inminencia de una aparición, que va a desgarrarla. este desgarramiento, que no llega, forma parte de la fuerza de su expresión.

Lo invisible está detrás de nuestros ojos, es el espesor del cuerpo. Somos, de ese modo, máquinas oscuras: lo oscuro en una suerte de cámara oscura. Aunque se hable del cuerpo, en estas condiciones el cuerpo es solo una eventualidad: es precios mirar detrás de la mirada para producir el cambio que quizá lo haga suceder.
El trazo es a lo visible lo que el átomo al mundo. Nuestra relación con la realidad pasa por el trazo, porque no la conocemos sino en proceso de ser escrita por nuestros ojos. El trazo tiene doble faz: es nuestra locura de ir hacia las cosas, y la loca concentración de nos impide alcanzarlas, al velarlas con el deseo mismo que tenemos de ellas. El dibujo es ese tacto imposible que suscita la huella de la cosa allí mismo donde debería alcanzarla -reunirse con ella.

No podemos abrir los ojos sin provocar una relación en cuyo movimiento lo visible es ya solo una expresión. Ciertamente, eso es una pared, una mesa, la ventana, pero ¿qué son? ¿Reales o visuales? La mirada es un poner en una caja, lo que hace de nosotros uno de los lados del mundo. Todo lo visible está ahí, en la caja; en cuanto a lo invisible, es la espalda del horizonte y todo lo que está detrás de nuestra espalda.

Las imágenes representan la mirada y no la realidad.

No hay mirada sin un espacio de la mirada.

La realidad no está en lo visible, está debajo, como la tela está bajo la pintura.

Lo visible se parece a lo real. El funcionamiento de esta semejanza es análogo al del pensamiento.

El ojo tiene su lugar en el extremo de lo visible, pero este está en el mismo sitio que el extremo de lo invisible.

Lo invisible comienza en el ojo. Contiene lo simétrico des espacio exterior, es decir nuestro espacio interior. Del uno y del otro, la mirada facilita el paso. ¿Pero qué hay en el interior que no sea a semejanza del exterior? por supuesto, el interior acelera las combinaciones, las permutaciones: abstrae, pero en continuidad. Lo visible, al invertirse en nuestros ojos, se convierte en lo invisible que alimenta nuestra actividad mental. ¿El sentimiento de interioridad no es la simple réplica, tras el ojo, del volumen de la mirada?

Sin embargo, lo visible no es la realidad, sino su representación. Desde el exilio del paraíso.

El ojo está orientado, absolutamente.

No vemos la realidad sino su representación, porque vemos todo con la forma de una forma organizada, significante. La imagen es percibida como un enunciado, no como un material en bruto que habría que tratar. Así, la imagen no es un dato, es ya una idea.

La mano, que ase, exterioriza. El ojo, que ase, interioriza: abstrae imágenes. ¿Qué es la famosa vida interior que resulta?

El efecto de interiorización es un efecto de apropiación. vuelve legible la realidad, y luego quiere que lo real se parezca a lo legible. El hombre reescribe la imagen del mundo en la superficie del mundo. No hay ya realidad virgen.
Se puede imaginar un mundo enteramente reescrito. ¿No es el proyecto secreto del arte? Cuando haya hecho realidad a su imagen, no será ya una apariencia ni una representación, sino la cosa misma. Entonces lo mental y lo real serían idénticos, entonces reinará otra inmanencia...

Para ver
hay que regresar al cuerpo.

El cuerpo del pintor, cuando pinta, es una articulación del espacio. y el espacio es entonces en él la vista y la luz.

Los gestos del pintor son una mirada ciega, cuya retina parece ser todo su cuerpo.

La pintura, cuando ha buscado alcanzarse a sí misma, se ha desembarazado de todos sus muebles: objetos, formas, imágenes...
Cuando se hace el vacío, ¿qué queda?
Quedan el cuerpo y el espacio.
Queda su relación.
Y el aire de pronto, de manera sensible, presente en los ojos.

El trabajo del pintor comienza ahí: no del lado de las cosas, sino del lado del ojo. lo que el pintor representa debe interrogar a la representación en su propio origen, es decir, mostrar a la vez lo visto, lo visible, la visión y el movimiento de metamorfosis que, sin cesar, los une.

Lo visible es el lugar intermedio -el purgatorio- donde el ojo interpreta la realidad doble que le llega de lo real y de lo mental. Todo signo y toda imagen son la representación de una representación: proceden de la elaboración de un material retiniano, perceptivo o mental. En consecuencia, la representación es indirecta, y es el resultado de una relación y de un trabajo.

El sentido es siempre lo que no se ve, lo que permanece "invisible" y, sin embargo, está incluido en lo visible.

¿Qué es una mirada?
Un espacio de tal limpidez reveladora que toda forma aparece en él tal como en sí misma.

Allá, detrás de la vista, está la soledad de lo real; aquí, detrás de los ojos, está la abertura que lleva al encuentro de lo real.
El espacio del cuadro contiene a veces esta abertura de detrás de la cabeza.

La imagen es ilusoria, pero la mirada es real. es captando aquello real como el pintro transforma la ilusión de la pintura en presencia de la realidad.

El realismo, para un pintor, no consiste en reproducir un motivo, sino en producir una relación (François Deck).

El mundo no tiene envés, salvo detrás de los ojos: esta inversión se llama visión. 

La imagen vela en nosotros: no tiene párpados.

La imagen, por supuesto, provoca lo imaginario; lo real provoca al cuerpo. Vivimos en la representación, y su rutina nos hace confundir imagen y realidad. por eso, no estamos en el mundo y ni siquiera en nuestra carne.

La imagen nos seduce porque es inmediata e inmóvil, y porque pertenece entera al instante, es decir a lo no mortal.

Escribir es entrar en lo irreversible, e incluso es dirigirse a los ojos de una manera invisible; pintar es lo contrario, porque es tanto crear lo visible como suspender el tiempo.

La luz es puramente visual, y sin embargo es también mental cuando se la ve brotar de las cosas o bien tocarlas.

Las imágenes pintadas, como las imágenes fotográficas, representan lo real, pero con una distancia capaz de fijar que hace que representen también la idea de lo real. Su materialidad es doble: participa de la del mundo, que es sólida, y de la de lo mental, que es aérea, porque pensar consiste en captar lo que está delante de los ojos y hacerlo pasar detrás de ellos hasta perderlo de vista...
Literalmente, hasta lo irrepresentable.

Pensar es un movimiento, y sigue por tanto el curso del tiempo; ver es un acto ligado solo al presente, el cual, incluso en su perpetua renovación, nunca avanza.

La mirada es un silencio.

Las palabras nos permiten hacer que se encuentren cosas que nunca se habían encontrado, y este encuentro irreal se convierte en la realidad del pensamiento.

El paraíso está disperso por toda la tierra y por eso no lo reconocemos ya. es necesario reunir sus trazos esparcidos (Novalis).

¿Qué es una imagen? Y si fuera la desesperación del pensamiento en el instante en que se encuentra su exceso o su límite...

Los ojos van de una cosa a otra; la mirada crea el vínculo e inventa la continuidad del mundo al mismo tiempo que la del yo.

Mi atención acaba de fijarse en un espacio muy restringido: una parcela de suelo adoquinado por cuya superficie se mueven silenciosamente tres hojas secas. Solo veo esto: el suelo, las hojas y la punta de un pie calzado de negro. Entre los adoquines, las hojas y el pie, se dilata una luz que me cautiva. Sí, se dilata porque la luz se manifiesta voluminosamente. Quiero decir que forma entre las hojas, el pie, y los adoquines un pequeño volumen transparente en el que parecen encerradas las tres cosas que veo. El movimiento de las hojas, en vez de empujarlas fuera del volumen, las retiene en él, y experimento, al verlas así, libres y retenidas, júbilo de sentirme, yo también, luminosamente libre y retenido.

Cuando se miran los ojos, se sabe que nada es más claro que el misterio: la claridad es incomprensible.

Miro el aire que está entre sus ojos y su mano: querría verlo para ver lo que por igual nos toca.
Lo que por igual nos penetra.

ocurre que un lugar no contenga más que realidad. Es una certeza que sube a los ojos y que está ligada a la luz y el silencio. Se ve este lugar más allá de la memoria. Se le ve como si remontara desde el fondo de sí. Regresado al mundo.

Las imágenes son inmóviles, pero las fijamos con ojos cambiantes, y una vez que los han atravesado, se hacen tan móviles como nuestro pensamiento.

Todo está ya en el mundo, pero nada está verdaderamente en él en tanto no hemos tenido su revelación.

El dentro es impenetrable, como si fuera la acumulación de espacio y de tiempo de la que estamos hechos, pero el afuera, que creemos atravesar con ligereza, se compone del mismo tiempo, del mismo espacio, y la conciencia de esta semejanza puede iluminar lo oscuro

La realidad no es un estadio terminado: es a la vez la permanencia y la novedad descubierta.

El límite es el presente. Somos raramente capaces de vivir sobre su cresta, que no está situada en el tiempo, sino en esa relación frágil y penetrante que yo llamo "la presencia".

¿Por qué el primer pensamiento no habría nacido en la mano, en el instante en que aumentó el cuerpo con un útil: trozo de madera, hueso, piedra?

La belleza es un resultado, nunca un fin (Chillida).

El aire, la luz, son los olvidados de la mirada. Vemos las cosas, los rostros, el mundo, no vemos lo que los hace visibles.

Lo que no produce signos no tiene forma.

Las cosas se desdoblan a veces como si, en contacto con el aire o con nuestra mirada, emitieran hacia nosotros una piel de luz, pero este doble se borra tan rápido que la cosa vuelve a caer en su nombre o en su uso. Solo retenemos las sombras, y nunca ese doble luminoso, aunque él fusione fugitivamente lo que es de la cosa y lo que es nuestro en el reencuentro -aunque sea el aliento mismo de la relación.

Todo lo que va a pasar surgirá como una aparición. todo ello producirá signos.

Todo se nos aparece en el aire, como si este elemento fuera necesario para nuestros ojos tanto como para nuestros pulmones. La mirada está, pues, llena de una materia que no se ve, y lo visible es llevado en sí por lo invisible...

Y entonces se recuerda a veces que en toda memoria hay la imagen de un paraíso, y en toda mirada una apertura al infinito. la doble huella de esta situación está inscrita en la pintura, pero permanece en ella indeterminada, igual que la parte de lo dicho y de lo no dicho en un libro.

Lo visible no cesa de transformar la experiencia interior en experiencia exterior, y viceversa. Ver es un acto en el que se unen la práctica y el pensamiento del mundo. La pintura mental visualiza este acto: es necesario siempre hacer ver lo que no se ve, y que también se borrará en la vista, puesto que todo pensamiento ilumina u después desaparece...

La imagen es todo lo que queda, pero no es más que una sombra, es decir, nada. La imagen es realidad reducida a nada.

La imagen construye en nosotros la caverna donde va a proyectar sus sombras. Es a la vez su espacio y lo que lo habita.

Los gestos de los pintores -cuando pintan- son miradas sin ojos.

¿No es aire todo espacio, comprendiendo analógicamente lo que hay bajo el cráneo? Lo que se ve mentalmente no está en ningún lugar, y ni siquiera en los ojos...

Presencia, es decir intensidad en el modo de ocupar el espacio, de orientarlo, de hacer sentir su volumen. Y, en este volumen, nos ponemos en relación con algo que es el Lugar. O bien la referencia frente a la cual tener Lugar.

Estamos en el sentido como estamos en el aire. Nuestra mirada va de una idea a la otra y solo conoce lo que reconoce, tocando por todas partes la piel de su saber.

¿Lo real no está detrás de lo visible como el cuerpo detrás de los ojos?

La representación desvela lo que está más allá del espacio ordinario de la relación y permanece detrás de ella, justo como nosotros permanecemos tras nuestra piel. Representar supone invertir esta situación y poner a la luz la intimidad misma.

Las cosas pintadas son inseparables de su espacio pintado; no se las puede citar fuera de su contexto sin cambiar su sentido. Su posición es más importante que s figura

Figurar consiste en cruzar lo ya visto y lo nunca visto de tal manera que esto último nos abra los ojos.

Dos miradas en una: una que ve, otra que sobrevé. Su diferencia no es un desajuste en el tiempo, como creí espontáneamente al principio: están ahí juntas, están ahí simultáneamente.
Una sola mirada y dos espacios en ella.
Dos espacios diferentes.
No siendo esto pensable, salvo...
No siendo esto pensable, salvo si cada parte del espacio está unida a todo el espacio, he vuelto mi rostro hacia la ventana.

A veces el que mira cae en su mirada: es que ha encontrado la abertura. O, más bien, ha dejado de ser el que mira lo que ve: acaba de mezclarse con la sustancia de lo visible. Por una contradicción fundamental, esta sustancia es invisible; es a la vez "el espacio" y "el aire", su percepción cambia el cuerpo porque trastorna los límites: no hay ya, por una parte, el mundo de dentro y, por otra, el mundo de fuera, sino un espacio unificado -un elemento infinito, que penetra, que es penetrado...

La presencia es en sí misma toda su comprensión: no corre hacia una conclusión como el saber.

La mirada se desgarra entre la presencia y el saber, pero de este desgarro ha debido nacer el pensamiento.

La imagen se parece a la realidad, pero su espacio es la abstracción del espacio real: representa de modo legible el espacio irrepresentable e invisible donde se forma y circula el pensamiento.

El espacio es doble: visible e invisible. en lo visible, nos aparece el mundo; en lo invisible, lo recreamos en pensamiento. El espacio es doble pero es único.

El espacio es el lugar y la revelación a la vez (Olivier Debré).

El cuerpo da forma a la emoción como la tela da forma al color, pero la emoción y el color no tienen forma.

Cada uno tiene el mundo en su casa, es un objeto, muebles, imágenes -o, más bien, cada uno tiene en su casa el principio del mundo. ¿Pero quién lo sabe? Estas cosas de alrededor son la parte del mundo que se llama como tú, como yo. Y, por eso, incluso esta parte es ambigua, porque lo que es se borra en beneficio de lo que representa. Cuando hay demasiado de lo humano en las cosas, su naturaleza se duerme y este sueño hace dormir en nosotros la pregunta que su presencia, sin embargo, no deja de plantear: ¿qué es la realidad? Entonces, todo se desliza discretamente, aunque el lugar de la abertura se convierte en el de un espejo, y tú ya no sabes: ¿es el espacio o el tiempo, materia o memoria, el rostro o el reflejo? Quizá el comienzo del mundo se ha transformado en final, y tocas ahí, no ya el punto de partida, sino algo íntimo hasta el punto de ser interior: algo como el fondo de los ojos.

Pintar es buscar el rostro de lo que no tiene rostro (Bram van Velde).


Bernard Noël
Diario de la mirada

30.10.24

 

Singularities, 2024. Philip Guston 

Hauser & Wirth Gallery, Zurich





When asked, Guston would resist interpretating the iconic symbols that appeared in his paintings. He would respond that he, too, was mystified by these inexplicable forms, these singularities. ‘If I speak of having a subject to paint,’ he wrote, ‘I mean there is a forgotten place of beings and things, which I need to remember. I want to see this place.’ 


‘I really only love strangeness.’


‘A painting feels lived-out to me, not painted. That’s why one is changed by painting. In a rare magical moment, I never feel myself to be more than a trusting accomplice. So, the paintings aren’t pictures, but evidences—maybe documents—along the road you have not chosen, but are on nevertheless.’


‘It is a real place to me, this world I am painting. I feel as if I lived there, its forms defined. All I really need is time and more time to ‘reveal’… I pretend I am away (and so I am!), all sorts of tricks to gain the necessary continuity of TIME.’


‘I remember being very strongly aware of forms acting on each other. Putting pressure on each other, shrinking each other, blowing each other up, or pushing each other. I mean, affecting each other, as if the forms were active participants in some kind of plastic drama that was going on.’


‘I wanted to see early frescoes of Last Judgments and end-of-the-world paintings. Particularly Romanesque paintings and Sienese fresco painters who paint huge, marvelous frescoes of the damned, all the tortures in hell, and so on. Heaven is always very dull, just a lot of people lined up. Like trumpets, they’re all lined up. There’s not much to look at. But when they’re going to hell the painter really goes to town. All kinds of marvelous stuff. That’s when they really enjoyed painting. I feel we live in comparable times. Oh yeah, and I want to paint that. I don’t want to copy, but I feel that’s the big subject matter. I don’t know how it’s going to come out. Well, I’ve begun. I’ve begun with this story.’


‘I wanted to include everything. I felt, like everybody, disturbed about everything to such an extent that I didn’t want to exclude it from the studio, from what I did. Paint it. I didn’t think I was illustrating anything.’




Cuando se le preguntaba, Guston se resistía a interpretar los símbolos icónicos que aparecían en sus cuadros. Respondía que a él también le desconcertaban esas formas inexplicables, esas singularidades. Si hablo de tener un tema que pintar, escribió, quiero decir que hay un lugar olvidado de seres y cosas que necesito recordar. Quiero ver ese lugar'. 


En realidad, sólo amo la extrañeza.


Un cuadro me parece vivido, no pintado. Por eso a uno le cambia la pintura. En un raro momento mágico, nunca me siento más que un cómplice confiado. Así pues, los cuadros no son imágenes, sino pruebas -quizá documentos- del camino que no has elegido, pero que, sin embargo, estás recorriendo».


Para mí, este mundo que pinto es un lugar real. Me siento como si viviera allí, con sus formas definidas. Todo lo que realmente necesito es tiempo y más tiempo para «revelar»... Finjo que estoy fuera (¡y así es!), todo tipo de trucos para conseguir la necesaria continuidad del TIEMPO».


Recuerdo ser muy consciente de las formas que actúan unas sobre otras. Presionándose unas a otras, encogiéndose, inflándose o empujándose. Como si las formas participaran activamente en una especie de drama plástico que está sucediendo.


Quería ver frescos antiguos de juicios finales y pinturas del fin del mundo. En particular, las pinturas románicas y los pintores de frescos sieneses, que pintan enormes y maravillosos frescos de los condenados, todas las torturas del infierno, etcétera. El cielo es siempre muy aburrido, sólo un montón de gente alineada. Como trompetas, están todos alineados. No hay mucho que mirar. Pero cuando van al infierno, el pintor realmente se luce. Todo tipo de cosas maravillosas. Es cuando realmente disfrutaban pintando. Siento que vivimos en tiempos comparables. Ah, sí, y yo quiero pintar eso. No quiero copiar, pero siento que ese es el gran tema. No sé cómo va a salir. Bueno, he empezado. He empezado con esta historia'.


'Quería incluirlo todo. Me sentía, como todo el mundo, perturbado por todo hasta tal punto que no quería excluirlo del estudio, de lo que hacía. Pintarlo. No creía estar ilustrando nada'.



Philip Guston

Selected Writings, Musa Mayer





Cuando percibo una silla, seria absurdo decir que la silla esta en mi percepción. Según la terminologia que hemos adoptado, la percepción es una determinada conciencia, y la silla es el objeto de esta conciencia. Ahora cierro los ojos y produzco la imagen de la silla que acabo de percibir. Al darse ahora la silla como imagen tampoco entraria --lo mismo que antes-- en la conciencia. Una imagen de silla no es, no puede ser una silla. En realidad, perciba yo esta silla de paja en la que estoy sentado, o la imagine, no deja de estar fuera de la conciencia. En ambos casos esta ahí, en el espacio, en esta habitación, frente a la mesa. Ahora bien es, ante todo, lo que nos enseña la reflexión, perciba yo o imagine esta silla, el objeto de mi percepción y el de mi imagen son idénticos: es esta silla de paja en la que estoy sentado. Simplemente, la conciencia se refiere a esta misma silla de dos maneras diferentes. En ambos casos se trata de la silla en su individualidad concreta, en su corporeidad. Solo que en uno de los casos la silla esta "encontrada" por la conciencia; en el otro, no lo esta. Pero la silla no esta en la conciencia. Ni siquiera en imagen. No se trata de un simulacro de silla, que habría penetrado de pronto en la conciencia y que no tendría mas que una relación "extrínseca" con la silla existente; se trata de determinado tipo de conciencia, es decir, de una organización sintética directamente relacionada con la silla existente y cuya intima esencia consiste precisamente en relacionarse de tal o cual manera con la silla existente.
¿Y que es exactamente la imagen? Evidentemente, no es la silla; de una manera general, el objeto de la imagen no es imagen a su vez. ¿Diremos que la imagen es la organización sintética total, la conciencia? Pero esta conciencia es una naturaleza actual y concreta, que existe en sí, por sí y que siempre se podrá entregar sin intermediario a la reflexión. La palabra imagen no podría, pues, designar mas que la relación de la conciencia con el objeto; dicho en otras palabras, es una manera determinada que tiene el objeto de aparecer a la conciencia, o, si se prefiere, una determinada manera que tiene la conciencia de darse un objeto. A decir verdad, la expresión de imagen mental se presta a confusión. Más valdría decir "conciencia de Pedro-en-imagen" o "conciencia imaginante de Pedro". Como la palabra "imagen" cuenta con una larga hoja de servicios, no la podemos desechar completamente. Pero, para evitar toda ambigüedad, recordemos aqui que una imagen no es mas que una relación. La conciencia imaginante que tengo de Pedro no es conciencia de la imagen de Pedro: Pedro esta alcanzado directamente, mi atención no esta dirigida a una imagen, sino a un objeto. 
En la trama de los actos sintéticos de la conciencia aparecen, pues, por momentos determinadas estructuras que llamaremos conciencias imaginantes. Nacen, se desarrollan y desaparecen según unas leyes que les son propias y que no vamos a tratar de determinar. Y seria un grave error confundir esta vida de la conciencia imaginante que dura, se organiza, se desagrega, con la del objeto de esta conciencia que, mientras tanto, puede seguir siendo inmutable.

Sarte, Jean Paul
Lo imaginario
Psicología Fenomenológica de la Imaginación
Ed.Losada S.A. Buenos Aires, 1964

Avvolgere la terra, 2024. Giuseppe Penone




Handful of Clay

I held a piece of clay with the skin of my hands,
I held it tightly, imprinting it with my touch.

I felt the clay's smooth surface, its delicate, dusty porosity,
soft to the touch, like the velvet of leather turned inside out
with its light filaments that allow it to adhere to the flesh that envelops it.

By touching and enveloping the outer surface of things with our hands,
we cover them with imprints and define their inner space.
Our inner sensations define the space beyond our hands, surrounding and delimiting it.

Through the action of our hands, we cover and discover matter and its form.



Puñado de arcilla

Sujeté un trozo de arcilla con la piel de mis manos, lo sostuve con fuerza, imprimiéndole mi tacto.

Sentí la superficie lisa de la arcilla, su porosidad delicada y polvorienta, suave al tacto, como el terciopelo del cuero vuelto del revés con sus ligeros filamentos que le permiten adherirse a la carne que la envuelve.

Al tocar y envolver la superficie exterior de las cosas con nuestras manos, las cubrimos de huellas y definimos su espacio interior.
Nuestras sensaciones internas definen el espacio más allá de nuestras manos, rodeándolo y delimitándolo.

A través de la acción de nuestras manos, cubrimos y descubrimos la materia y su forma.


Giuseppe Penone, 2015



26.10.24

Fotografía: Paulo Nozolino




Transforma os objectos em acusações:
não procura a sombra, nem desconhece a sombra:
tira a cor do seu refúgio,
e mostra‑nos o fantasma que a habita:
o seu negro escondido.
:
Inclemente, desabriga:
as coisas regressam à frieza que os nomes mascaram:
a nudez deste olhar reflecte a nossa nudez
e torna‑a impartilhável.
Não escapamos a nós próprios:
Vemos



Transforma los objetos en acusaciones:

no busca la sombra, ni ignora la sombra:

saca el color de su refugio

y nos muestra el fantasma que lo habita:

su negrura escondida.

:

Inclemente, deshabita:

las cosas regresan a la frialdad que los nombres enmascaran:

la desnudez de esta mirada refleja nuestra desnudez

y la vuelve incompartible.

No escapamos de nosotros mismos:

Vemos


Rui Nunes

30.9.24

El callejón, 1658. Johannes Vermeer




A veces, un relámpago blanco lo atraviesa todo y la imagen de la realidad se hace radiográfica. Es una aparición, pero solo se ve en ella lo más simple: Ejemplo: El callejón, de Vermeer. Todo es tan minuciosamente exacto que no se comprende de dónde procede la conmoción, ni que persista. La luz es interior; este interior está fuera. Se ve a la materia pensándose luminosamente; se la ve hacerse mental sin dejar de ser materia.


Bernard Noël

Diario de la mirada

27.9.24

Musée de Grenoble, Grenoble, France. Giuseppe Penone





¿De dónde viene ese espacio-tiempo? Digo que la imagen del pensamiento es el espacio-tiempo que él presupone, en el cual evoluciona. Es lo que llenará el método. Este espacio-tiempo es muy concreto. Es como una especie de pequeña novela filosófica. No pueden encontrarlo en el texto de los filósofos, ya que está presupuesto por todo lo que dicen. Y sin embargo, todo lo que dicen lo evoca, lo hace vivir.

Tomo tres ejemplos. Supongamos que Platón, Descartes y Kant quieren la verdad. Constato que la persiguen con tres métodos muy diferentes. Constato que Platón, entre otras cosas, nos expone largamente un método que llama "dialéctico", que consiste en dividir el concepto en dos mitades, en dos partes, en escoger la parte buena según el problema considerado, parte que volverá a dividir, etcétera. Constato que Descartes procede con un método completamente distinto para alcanzar la verdad que también desea. Se sirve de un método que presenta como "analítico". Esta vez se trata de partir de la percepción clara y distinta de algo para elevarse a la percepción clara y distinta de la causa de ese algo. El encadenamiento de las percepciones claras y distintas formará el orden de las razones. Cada uno inventa su método. Constato que Kant invoca un tercer método, al que llama "trascendental". Consiste en partir de una cosa preguntándose bajo qué condiciones la cosa es posible. Esta vez se trata de remontarse desde una cosa hacia las condiciones que la vuelven posible. Es un nuevo método, que erige ante todo la búsqueda de las condiciones de posibilidad de algo como principio metodológico: ¿en qué condiciones esto es posible, en qué condiciones son posibles las matemáticas? Bueno, todo esto es muy abstracto. Ellos quieren la verdad valiéndose de tres métodos.




Foglia, 1990. Giuseppe Penone



¿Qué hace nuestro cerebro moderno? ¿Cómo vive vuestro cerebro? Vuestro cerebro parpadea, re-encadena, y hace bucles. Esto es muy importante, cambia mucho. el cerebro de nuestros padres no hacía eso... El cerebro de nuestros padres integraba, diferenciaba, encadenaba. Nosotros no hacemos eso, nos hemos vuelto topológicos, semi-fortuitos y re-encadenantes. Esto nos da otra relación con la salud, con la enfermedad... No es lo mismo.




Foglia, 1990. Giuseppe Penone



Durante un tiempo, lo que dominó en el estudio del cerebro fue cierta concepción según un eje de integración y diferenciación. La última vez vimos cómo el proceso de integración y diferenciación podía en suma definir una totalidad y una circulación en el Todo. Y yo decía que, cada vez más, una estructura de integración y diferenciación era sustituida... -"sustituida" no es un buen término... hay que corregir, poner matices todo el tiempo, yo no los pongo-. Tiende a ser sustituida por consideraciones de un nuevo tipo concernientes a una estructura topológica del cerebro.

Y ustedes saben que, por definición, en una estructura topológica las distancias no cuentan. Insisto en que no es necesario que sepan muy bien qué es una estructura topológica... Queda en ustedes indagar. Ahora bien, ¿qué pasa desde este punto de vista cuando se descubre el cerebro como estructura topológica? Lo que pasa a primer plano es una relación topológica entre el afuera y el adentro. O diría también, un contacto independiente de la distancia. o si prefieren, copresencia, aplicación del adentro y del afuera, pero también del futuro y el pasado, de lo vacío y lo lleno, del derecho y el revés, del negro y el blanco, del cosmos y el cerebro. Es el cerebro-cosmos. (...)

Y yo aclaraba que, cuando hablo de una copresencia o de una aplicación del adentro y del afuera, se trata de un afuera más lejano que todo el mundo exterior y de un adentro más profundo que todo el mundo interior.


Gilles Deleuze

CINE 4. Las imágenes del pensamiento.

25.9.24

Le Louvre pendant la guerre, fotografía de Laure Albin Guillot, 1939)




UNA PARÁBOLA BENJAMINIANA.

El aburrimiento y el hábito, escribe Benjamin en el Libro de los Pasajes, "es un paño caliente y gris" en el cual nos envolvemos protegiéndonos ante lo nuevo que se esconde en lo que nos es también más próximo y familiar. Este paño "está revestido en su interior con un forro de seda de los colores más deslumbrantes". Pero sólo en el sueño "estamos en casa en los arabescos del forro". ¿Quien podría "con un gesto invertir el forro del tiempo"?
Proust, responderá Benjamin, con su atención a las cosas nos sugiere que "quizá se deba partir de esto: su objeto es el reverso, le revers moins du monde que de la vie même".

Alberto Ruiz de Samaniego

24.9.24

Das Bein (La pierna), 1993. Georg Baselitz




Pinto al revés. Es un proceso que, por naturaleza, es bastante agresivo porque provoca un impacto, no sólo en el espectador sino también en mí. Estoy constantemente tratando de construir nuevas dificultades o "muletas" de ese tipo. Y luego está la marcha por todo el cuadro, dejando la tela sobre el suelo y tratando de capturar algo que yace detrás de la tela, algo que funciona, no mediante las manos sino mediante los pies.


I paint upside down. It´s a process that naturally is quite aggresive because it provokes a shock, not only for the viewer but also for me. I´m constantly trying to construct new handicaps or crutches like that. And then there´s marching around on the paintings, laying the canvas, something that works not through the hands but through the feet.


Georg Baselitz

19.9.24

Congregation, 1999. Tony Cragg





LO INAUDIBLE


Es inaudible,

no podremos saber si las hojas

se acumulan y suenan al encaramarse

la mirona lagartija sobre la hoja.

Nos roza la frente

y creemos que es un pañuelo

que nos está tapando los ojos.

El oro caminaba

después hacia la hoja

y la hoja iba hacia la casa

vacía del otoño, donde lo inaudible

se abrazaba con lo invisible 

en un silencioso gesto de júbilo.

Lo inaudible

gustaba del vuelo de las hojas,

reposaba entre el árbol inmóvil

y el rio de móvil memoria.

Mientras lo inaudible lograba

su reino, la casa oscilaba,

pero su interior permanecía intocable.

De pronto, una chispa

se unió a lo inaudible

y comenzó a arder escondido

debajo del sonido facetado del espejo.

La casa recuperó su inmovilidad

y comenzó de nuevo a navegar.


1º de febrero y 1975

José Lezama Lima