19.6.10
George Braque acaba de morir.
George Braque acaba de morir. Esta noticia no provoca, por el momento, ningún eco en mi espíritu. George Braque sigue tan vivo en este momento como en el pasado, puede que más vivo que nunca, en algún lugar de su casa, en su taller, aquí en París, o al borde del mar, yendo, viniendo, de un cuadro al otro, fumando un cigarrillo. Me veo en su casa, escuchándole, hablando, con una taza de café en la mesita, como tantas veces desde 1930. Pero al mismo tiempo pienso con nostalgia en la lejana época de Montmartre que yo no viví. Pienso en los jóvenes que fueron Braque, Picasso y sus amigos, los veo en su vida de todos los días, y sus pinturas llamadas cubistas son para mí antes que nada los documentos, los reflejos de esa vida de todos los días; para ellos sus pinturas concretaban la apertura inmensa y estimulante hacia el futuro y el frescor inmediato de todas las cosas. Luego ese futuro fue para cada uno de ellos un camino solitario y complejo.
Esta noche toda la obra de George Braque vuelve a ser actual para mí; fuera ya del tiempo, él se sitúa en el espacio. De toda su obra, contemplo con más interés, interés y emoción, los pequeños paisajes, las naturalezas muertas, los modestos ramos de los últimos años. Contemplo esa pintura casi tímida, imponderable, esa pintura desnuda, de una audacia distinta, de mayor audacia que la de los años lejanos; pintura que se sitúa para mí a la cabeza del arte de hoy con todos sus conflictos.
Alberto Giacometti
Les Lettres françaises, nº 993, 5-11 de septiembre de 1963.