15.6.11


Estudio de Anish Kapoor


Estudio de Alberto Giacometti


Lo importante es que en un momento dado se llegue a la ilusión. A su alrededor uno encuentra un punto sensible, una lesión, un escenario de dolor, un punto que invierte el curso de toda la historia, si es que se trata de la historia del arte y si nosotros estamos involucrados en ella. Ese punto tiene que ver con la idea de que la ilusión espacial no es lo mismo que la creación de la vaciedad.

Jacques Lacan
Ethics

Escuchando la herida

Al rodear el vacío, en este movimiento indirecto e interrumpido, retornamos al objeto de este texto: la diferencia entre la ilusión espacial y la creación de la vaciedad. Como indica Lacan, "en un momento dado se llegue a la ilusión (...) uno encuentra un punto sensible, una lesión, un escenario de dolor, un punto que invierte (...) ese punto tiene que ver con la idea de que la ilusión espacial no es lo mismo que la creación de la vaciedad". Así se puede apreciar en las figuras de Giacometti que, paradas o caminando, se estremecen como sogas enmarañadas, cruce de apariciones ancianas y niños marchitos. Una vez más somos conscientes de las siniestras dimensiones que aparecen en los portales enmarcados de Kapoor, casi humanos y un tanto desequilibrados. Sus fachadas de piedra prefiguran una vida en transición, ni laica ni sagrada; y aquí, en las figuras de Giacometti, encontramos las marcas de un ser también en transición, no lo suficientemente humano, pero, de repente, demasiado humano. En el espacio vacío intermedio se alza la figura: nervuda y estriada como el relieve de un fósil, esgrimiendo, pero sólo por un momento, la frágil ilusión de un espacio hecho por el hombre. Entonces, al caminar o simplemente estar de pie, el movimiento y la estasis se desequilibran en el proceso de cambio de la escultura. Anverso y reverso fibrilan, el cuerpo (recordando la torsión de Espectro) se arquea y retuerce, y la imagen del hombre queda en el aire, pendiente de un hilo. Ésta es la creación de la vaciedad.
El halo del vacío genera una espectral sombra humana: demasiada vaciedad para ser invisible, demasiada ausencia para ser una mera vacuidad. Es un halo que más que destellar, se abre. Un halo que, como la vela, alinea la vacuidad del aire con la efusión de agua, creando un ángulo oblicuo, grapando el mar y el cielo; como una herida en el viento. ¿Qué es lo que mantiene el cuerpo en su disposición diagonal cuando en palabras de Kapoor,"el cuerpo es la piedra... el suelo o el espacio"? ¿Qué grapa la carne al hueso, la piedra, el lienzo, el papel, en su cita secreta con lo transitorio, en el frágil marco de la autenticidad estructural? Escuchemos al vacío:

El vacío no es silencioso. Con el tiempo me lo he ido imaginando más como un espacio en transición, un espacio intermedio. Tiene mucho que ver con el tiempo. Como artista, siempre me ha interesado de qué manera uno puede buscar de nuevo ese primer momento de creatividad en el que todo es posible y nada ha ocurrido realmente. Es un espacio de conversión... "algo" que habita en la presencia de la obra... que le permite o le obliga a no ser lo que en primera instancia proclama que es.


Homi K. Bhabha
Anish Kapoor: cómo se crea la vaciedad