16.6.11


Andrei Rublev, 1966. Andrei Tarkovski


Has huido del aliento del mundo retirándote a una mazmorra suntuosa donde no sopla brisa alguna, y mucho menos un hálito. ¡Oh!, aléjate de todo lo que te es familiar, personal y seguro, desecha toda intimidad, sé valiente, ¡cuánto tiempo hace ya que duermen tus cien oídos! quédate solo y pronuncia para ti las palabras no destinadas a nadie, otras, nuevas, tal como te las brinda el aliento del mundo. Toma los caminos trillados y rómpelos sobre tu rodilla. Si hablas con algún humano, que sea de aquello que no volverás a ver. Busca el ombligo del mundo. Desprecia el tiempo, deja escapar el futuro, ese miserable espejismo. No vuelvas a decir cielo. Olvida que ha habido estrellas, deséchalas como si fueran muletas. Prosigue solo e inseguro. Deja de cortar frases de papel. Desbórdate o calla. Tala los árboles de la simulación, no son más que antiguos preceptos disfrazados. No te rindas, el hálito del mundo volverá a atraparte y a conducirte. No pidas nada y nada te será dado. Desnudo, sentirás los dolores del gusano, no los del amo. Salta por los huecos de la clemencia, desciende a mil pies. Abajo, en lo más hondo, sopla el aliento del mundo.

Elias Canetti
El suplicio de las moscas


Tienes que hallar el camino de vuelta a tu cabeza, a sus tempestades, auroras boreales e incendios. Basta ya de esa civilidad inveterada en la que no cesas de congratularte de estar vivo. ¿Lo estás realmente? ¿Aprendes? ¿Haces algo? ¿Te golpeas hasta sangrar?
Estoy harto de añorar lugares de los que guardo imágenes dentro de mí.
No quiero seguir girando en torno a piedras que ya han sido amontonadas.
No temas que tus hallazgos se deshagan. Sólo se desharán mientras tú los vigiles. Vete tembloroso e inseguro. Lo desconocido salvará lo que tú ya conoces.

Elias Canetti
Hampstead