19.6.11
L´homme, 1924. André Masson
Un vientre aplanado. Un vientre de polvo fino y como en foco. Debajo del vientre una granada reventada.
La granada expande un flujo de copos que se eleva como lenguas de fuego, un fuego helado.
El flujo se agarra del vientre y lo hace girar. Pero el vientre no damás vueltas.
Son venas de sangre como vino, de sangre combinada con azufre y azafrán pero con un azufre endulzado con agua.
Sobre el vientre sobresalen los senos. Y más hacia arriba y en profundidad, pero en otro plano del espíritu, un sol arde de manera que se podría pensar que es el seno el que arde. Y un pájaro al pie de la granada.
El sol parece como que tuviera una mirada. Pero una mirada que estaría mirando el sol. Y el aire todo es como una melodía gélida pero una extensa, honda melodía bien compuesta y secreta y colmada de ramificaciones congeladas.
Y todo construido con columnas, y con una especie de aguada arquitectónica que une el vientre con la realidad.
La tela está hueca y estratificada. La pintura está muy prensada a la tela. Es como un círculo que se cierra sobre sí mismo, una suerte de abismo en movimiento que se parte por el medio. Es como un espíritu que se ve y se ahueca, está modelado y trabajado sin cesar por las manos las crispadas del espíritu. Mientras tanto el espíritu siembra su fósforo.
El espíritu está seguro. Tiene un pie apoyado en este mundo. El vientre, los senos, la granada, son como evidencias testimoniales de la realidad. Hay un pájaro muerto y hay un abundante surgimiento de columnas. El aire está plagado de golpes de lápices como de golpes de cuchillos, como de esquirlas de uña mágica. El aire está suficientemente alterado.
(...)
El vientre lleva a recordar la cirugía y la Morgue, la bodega, la plaza pública y la mesa de operaciones. El cuerpo del vientre parece tallado en granito o en mármol o en yeso, pero un yeso endurecido. Hay un casillero para una montaña. Las burbujas del cielo dibuja sobre la montaña una aureola fresca y translúcida. Alrededor de la montaña el aire es sonoro, compasivo, antiguo, prohibido. La entrada a la montaña está prohibida. La montaña tiene su lugar en el alma. Ella es el horizonte de algo que no deja de retroceder. Produce la impresión de horizonte infinito.
Antonin Artaud
El ombligo de los limbos