21.1.12


Postal enviada por Le Corbusier a sus padres

Una fotografía puede devolvernos el esplendor arquitectónico original de la ruina. Detenida en las exactas molduras, en las aristas cortantes, en extensas superficies lisas, en el mármol terso, no muestran nunca el Partenón en ruinas, ese que sirve para evocar la grandeza perdida de aquellos tiempos, para excitar los sentimientos de nostalgia, para representar al tiempo como el verdadero escultor, el que arrebata su poder a los hombres, sino, al contrario, un Partenón preciso, estricto, tan cierto, en efecto, como cuando fue construido. Ese Partenón del que Le Corbusier escribe: “impresión de acero”.



Casas sobre la colina, Horta de Ebro, 1909. Pablo Picasso

No era posible para Picasso recoger el paisaje, tal y como habían ido haciendo otros ‘pleinairistas’. Frente a la luz de la naturaleza, Horta de Ebro ofrecía la luz de sus hogueras matutinas, los reflejos metálicos de las fábricas y la electricidad. ¿Cómo no iba a descomponerse el paisaje, si debía de recogerse la luz de fuentes tan diversas?



Mujer circundada por una bandada de pájaros en la noche, 1968. Joan Miró

Uno mira un jardín de Miró y examina todos sus detalles. Se trata de sustraer uno por uno todos los elementos que componen el jardín, sin que la imagen deje de ser débil, sin que la imagen deje de alucinar. Una hoja tras otra hoja, se despojan los árboles; piedra a piedra se descarna el terreno. Quitamos una tapia, una criatura viva, una barrera cubierta de flores. Finalmente solo quedan el cielo y la tierra. Primero el cielo, que abandona la tierra en un terrible soliloquio; luego la tierra que no deja lugar para nada. Última ausencia que permite al espíritu ver realmente y contemplar el ‘vacío’. Luego hay que volver a comenzar, siguiendo una serie de destrucciones y reconstrucciones para alcanzar el vacío pleno, la noción negativa de la nada: el absoluto, frío como una losa de mármol, duro como el badajo de una campana.



Una casa entera: Sección de referencia, Corte central, Trazo en el corazón, 1973. Gordon Matta-Clark

La naturaleza de la obra, que llama a la confrontación, es en su totalidad tan brutal físicamente como socialmente. Lo primero que se observa, continua diciéndonos Matta-Clark, es que ha habido violencia. Luego la violencia se convierte en orden visual y esperanzador, para alcanzar una toma de conciencia intensificada.



La iglesia de Auvers-sur-Oise, 1890. Vincent Van Gogh

Frente a su casa, Van Gogh reconoció el temblor de líneas de la Iglesia de Auvers que había pintado entre 1890 y 1909, iluminada por rayos y truenos en una despejada mañana de verano.



Derniers Jours, Château de Plieux, 1997. Christian Boltanski

Los sótanos de la memoria social, artística, política, cotidiana, personal, siempre son lugares oscuros a los que es necesario bajar. Mi actividad, continua Christian Boltanski, se sitúa de plano en el dominio de lo religioso, pero yo intento bajar a él e introducirle en sus huecos algún elemento de contradicción, algún elemento que lo ponga en cuestión.

Textos de Pedro G. Romero
Archivos F.X.
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