23.9.13
Mujer con las manos juntas, 1907. Pablo Picasso.
Tras lo que parece que fue un breve reconocimiento juvenil, la primera obra de Picasso está marcada por un sostenido rechazo de la importancia que tuvo para él la mirada. Se muestra claramente renuente a considerar este tema, renuncia que a su vez retrasa la formación de su estilo propio. La mirada está prohibida. Esta es la historia, tal como yo la veo, de los períodos azul y rosa, en los que la pintura, a pesar de todo su encanto y plenitud emocional, aparece en última instancia envarada y expresivamente ineficaz: muestra la inflexibilidad y la exageración de lo pre-estilístico. El rechazo de la mirada significa que los ojos se representan ya mirando hacia abajo, ya mudos en una especie de confusión interior. La mirada está velada y, como para racionalizar esta realidad, aparece una preocupación por la ceguera que exige a su vez una justificación literaria. Y entonces, en la primavera de 1907, en los estudios preparatorios para las Demoiselles d´Avignon, la mirada percibe, por primera vez en el período de madurez de Picasso, pleno y consistente reconocimiento, toda vez que se desecha el sentimentalismo y la complacencia en la melancolía y entra en escena el estilo en un súbito, pero bien preparado, brote de feroz esplendor. Los ojos se tornan redondos, y la mirada surge de la, a menudo, no marcada cuenca de los ojos. Una obra como Nue de face avec bras levés parece anunciar una vuelta a la antifua creencia de que el ojo es realmente la fuente de la luz. Es un faro en un mundo de sombra. Más significativo,a mi juicio, que la traída y llevada discusión sobre qué máscaras y préstamos, adaptando y combinando estas cabezas vicarias, como fue capaz por primera vez de hacer justicia al rostro y la mirada humanas.
Una vez que ha entrado la mirada en la obra de Picasso -y su estilo se consolida de un modo que desafía cualquier caracterización morfológica, o de superficie, pudiéndose describir solamente a un nivel muy profundo o abstracto-, el significado o contenido de su pintura se reforma alrededor de ésta admisión. A partir de ahora el estilo de Picasso va a tener, durante casi todo el tiempo, en su mismísimo centro, el compromiso del ojo con el mundo.
Richard Wollheim
La pintura como arte