París, 19 de noviembre
Los momentos provisionales. Un día nos damos cuenta de que todos esos momentos vividos de refilón, de pasada, un poco a la ligera, provisionalmente, son también ellos momentos claves, decisivos, que van a imprimir en nosotros conclusiones decisivas; nos damos cuenta de que esos momentos que nos parecieron insignificantes y que tomáramos, cuando mucho, por una especie de media vida, de fragmentos de vida, vienen a ser, en realidad, y al final, nuestra mayor y mejor experiencia de vida real, de una vida real más verdadera, como más sorprendida en su verdad, ya que al estar nosotros... descuidados, distraídos, la vida no tropieza con nuestros prejuicios, con nuestros aprioris.
Nosotros, por lo visto, estamos cansados, gastados, y también eso que se llama estar... en crisis. La naturaleza, en cambio, cada mañana, aparece, amanece, no ya de nuevo, sino por primera vez, inédita. La naturaleza ha escapado a la historia, nosotros no hemos podido.
París, 1 de diciembre
Cuando María Zambrano me escribió, hace algún tiempo, desde su Roma: "Esto, Ramón, se parece a la vida", no entendí muy bien lo que había querido decirme, o peor, pensé muy a la ligera que había entendido, y lo dejé entre las cosas que más o menos sabía o creía saber. Ahora, en cambio, me doy cuenta exacta, aunque me resulta imposible precisarlo más, formularlo mejor. Sí, esto se parece a la vida.
Esto no es del todo vida, porque vida, lo que se llama verdaderamente vida, no hay, en la actualidad, en ninguna parte, y en todas se pasa hoy por una etapa de... mundo. Pero sí, esto recuerda a la vida.
Ramón Gaya
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