SOLO hay canto
porque hay montañas,
porque lo que decimos
las montañas lo deforman,
y así se forma,
con las palabras desvirtuadas
por los montes,
como el deseo de oírse
por primera vez,
el canto.
Ellas nos enseñaron
a no tener del todo la razón,
a suspendernos
y esperar.
Cuando aprendimos a callarnos
pudimos aprender a oírlo todo
sin asustarnos más
de lo que oíamos,
y en las palabras
desvirtuadas por los montes
reconocimos un anhelo
que las palabras no decían.
Así, silencio y canto
vienen juntos
y para algunos son lo mismo,
porque después de los silencios
más profundos,
para volver a pronunciar
cualquier palabra,
es imposible no cantar.
Fabio Morábito