2008
Los cuadros –la imagen– son ensoñaciones de los rostros.
Las ciudades son ensoñaciones de los cuadros.
El aire como magnitud
2012
Anotaciones frente al Entierro del conde Orgaz
Acabo de entender lo que acababa de ver, cuando las luces impresas por los muros de Toledo repetían los gestos de los pliegues de los mantos de los ángeles. Esos pliegues del Greco como cuchillos, que crean tensiones de puntos de vista, por lo que hace fugar los vacíos y el pálpito del negro.
Es un negro distinto del de Velázquez, un sonido más opaco, igual que la sombra de alguna de las calles. Un negro henchido de otro tipo de profundidad. no es como un latido como en Velázquez, es más como un negro soñado.
Eje inclinado descentrado como fisura de tiempo, como arruga del pliegue, como cascada; es la voz alrededor de la que giran como constelaciones todos los iconos del cuadro.
El Greco claramente tiene que ver con el Giotto. Ambos trascienden en como conviven las tangentes en sus cuadros, en cómo los senos maternos que envuelven los espacios y dan peso tocan el límite del cuadro.
Pintor de mapas. Todo el cuadro se sostiene por un dibujo sintético invertido de todo el cuadro que se encuentra entre el cielo y al tierra, justo en el punto en el que Rafael pinta el sol desapareciendo en La transfiguración, convirtiéndose en un mecanismo efectivo de bisagra, de orificio del cuadro como puerta... también tangente.
Y en medio la línea del horizonte se hace carne como murmullo, con el misterio del ojo como un pozo, como un centro. Seis llamas, seis manos como seis pájaros sobre el negro. El ojo, el ala, la pierna – muchas fisuras aparecen solo como si se sintiera la mitad de un espejo.
César Barrio

