Acción de Vicente Pastor, 2013.
Aquí, la luz crepuscular era la esencia misma de la vida, la
penumbra coloreada, el embrión de la luz y del día. Aquí estallaba el alba
primera, aquí declinaba el último resplandor del ocaso, y la sombra inmemorial,
de donde florecía, y luego disminuía, la vida, reflejaba el apacible y profundo
silencio inmemorial.
D. H. Lawrence
La caverna espera al Sol.
Por poco que nos orientemos en la penumbra, lejos de las
formas, abandonando la preocupación de las dimensiones, no podemos dejar de
constatar que las imágenes de la casa, las del vientre, las de la gruta, las
del huevo, las de la semilla, convergen hacia la misma imagen profunda. Cuando
se escarba en un inconsciente, esas imágenes pierden poco a poco su
individualidad para asumir los valores inconscientes de la cavidad perfecta.
Así pues, una casa onírica es una imagen que se vuelve, en
el recuerdo y en los sueños, una fuerza de protección. No es un simple marco en
que la memoria encuentra sus imágenes. En la casa que ha dejado de ser nos
gusta vivir todavía porque en ella revivimos, muchas veces sin darnos cuenta,
una dinámica de confortación.
Nos ha protegido, por lo tanto nos reconforta también. El
acto de habitar se cubre con valores inconscientes, valores inconscientes que
el inconsciente no olvida. Se puede acodar el inconsciente, no desenraizarlo.
Gaston Bachelard
La tierra y las ensoñaciones del reposo.