Luz desfazia contornos, esbatia fronteiras, criava manchas. Só os sons eram nítidos. Eu vivia rodeado dessa nitidez e contornava-a como se ela fosse um abismo. Quando me aproximava dos objectos, a monstruosidade aparecia: outro mundo no mundo, outras coisas nas coisas, ou melhor, as coisas eram lugares não coincidentes que abrigavam um desencontro. E eu ficava a meio caminho, entre duas mortes.
O meu cão era a luz.
Com a disciplina do ódio, guiava-me à porta que se entreabre numa fresta.
E depois fugia.
Pouco a pouco a luz minou os recantos mais íntimos, destruiu hesitações e rostos, e tornou-se o que é hoje: informe. Não há um objeto em que ela se fixe. Um único pormenor. O movimento da minha cabeza a aproximar-se, já não faz aparecer un mundo escondido, mas círculos, pulsações, turbulências. De manhã, ma cor violeta, violenta, atravessa o quarto, amiba errante com os seus pseudópodes. Dantes, só havia luz porque havia objectos. Hoje, a luz é um objecto. O único. Metastático. Vejo o que me permitia ver: a lente monstruosa e inútil:
a mão do oleiro.
A falta do barro.
Quando se começa a ver a luz, cega-se.
É um refugio labiríntico esse clarão. Que se multiplica.
Em flocos.
Rui Nunes
Barro
Luz deshacía contornos, desdibujaba fronteras, creaba manchas. Sólo los sonidos eran nítidos. Vivía rodeado de esta nitidez y la bordeaba como si ella fuese un abismo. Cuando me aproximaba a los objetos, la monstruosidad aparecía: otro mundo en el mundo, otras cosas en las cosas, o mejor dicho, las cosas eran lugares no coincidentes que albergaban un desajuste. Y yo me quedaba a medio camino entre dos muertes.
Mi perro era la luz.
Con la disciplina del odio, me guió hasta la puerta que se abre en una rendija.
Y después huía.
Poco a poco, la luz minó los rincones más íntimos, destruyó vacilaciones y rostros, y se convirtió en lo que es hoy: informe. No hay objeto en el que ella se fije. Un solo detalle. El movimiento de mi cabeza acercándose ya no revela un mundo oculto, sino círculos, pulsaciones, turbulencias. Por la mañana, un color violeta, violento, atraviesa la habitación, ameba errante con sus pseudópodos. Antes, sólo había luz porque había objetos. Hoy, la luz es un objeto. El único. Metastásico. Veo lo que me permitía ver: la monstruosa e inútil lente:
la mano del alfarero.
La falta de arcilla.
Cuando se comienza a ver la luz, se ciega.
Es un refugio laberíntico ese resplandor. Que se multiplica.
En escamas.
Rui Nunes
Barro