Ensayos Todos venimos de muy lejos, Sigma Project. Concierto de Clausura, Encuentros de Pamplona 2024. Comisariado: Ramón Andrés
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La música no es el lenguaje de las palabras con el que lo suplantamos todo; es, más bien, una manera de reconocer que somos un legado del aire.
Gaston Bachelard decía que descendemos de los que no han tocado la tierra.
La pintura de entonces, con la música tan presente, se asemeja a una cámara de resonancia, como si hubiera sido concebida en los ábsides.
Las manos maestras de Boccati entienden bien lo aéreo.
Toda la música, por más que fluya, es un ahora detenido, una luz de apariencia estática. Escucharla abre un espacio que es anterior a nosotros, un paisaje, una ciudad.
Eran menos esclavos, pensaban la originalidad de manera distinta a como los artistas lo harán después. Tomaban de aquí y de allá los perfiles, las sombras, el color, el rescoldo del ánimo que moldean las facciones, el decir, de las manos, la disposición del cuerpo. Cada maestro era imitado sin demasiado desdoro del que imitaba, porque entonces se admitía la existencia de los que señalaban el camino. No existe el arte que no provenga de la mezcla. El estilo propio debe más a la vanidad que a la mano, más a la lesión del teimpo que a la mirada. La pureza, en los trabajos del arte, es una destilación de mil lenguas. Se es original porque se viene del origen.
Aprender es ir de una forma a otra, como ha dicho Richard Serra.
Porque el Renacimiento fue, sobre todo, un interior y un exterior. No un dentro y un afuera. La palabra interior tiene mucho sentido a partir del siglo XV.
Pontormo mira a lo lejos, así entiende mejor lo cercano.
¿Una nube puede sostenernos?
A veces ese vapor condensado, ese país de partículas que nos sobrevuela, cambiante con el viento igual que el corazón, es más firme que la tierra.
A veces pienso que si yo fuera capaz de imitar lo que me ofrece la ventana que da al monte mínimo de Bagordi, este libro sería de hierba.
Giordano Bruno, en De los heroicos furores, escribe que "la obra de la inteligencia no es operación de movimiento, sino de quietud".
Manierismo es como decir caída.
El canto puede recordarnos una perla; los objetos de cristal, los domingos; el lago, el olor a almidón; las cerezas, la inmortalidad.
Los instrumentos musicales, hacernos pensar en un ágata de veta azul, evocar la porcelana, los sábados, el río, el olor a madera, las nueces, lo temporal.
Lienzos que tienen el grosor de los días.
Tratar a la materia pide reconocerse como parte de ella; no se puede saber el mundo si uno olvida que está hecho de sus partículas.
Hay briznas que contienen en sí el verano entero, saltos de agua que, en su caída, inventan un ciervo de humo que corre y corre por nuestro interior, mente adentro. Duraciones que no están en el tiempo porque lo diluyen.
Ramón Andrés
Despacio el mundo